Fue un mes de enero de 1938 en Alemania, cuando el piloto Rudolf Caracciona consiguió en una vía pública con un Mercedes W 125 de doce cilindros una velocidad máxima que aún hoy continúa siendo sorprendente, 432,7 kilómetros/hora. Sin duda una velocidad de récord que ha continuado vigente durante casi 80 años.
El lugar elegido para esta hazaña fue una autobahn –autopista– alemana en concreto un tramo de 1 kilómetro entre Frankfurt am Main y Darmstadt. El vehículo era un Mercedes creado expresamente para batir esta marca. Su diseño era muy aerodinámico y estaba desarrollado en colaboración con la Universidad de Ciencias Aplicadas de Munich. Se llamó Mercedes W 125.
El curioso vehículo tenía una potencia de 765 caballos si bien era capaz de proporcionar picos de 30 más gracias a unos carburadores adicionales. El diseño era una pura concesión a la aerodinámica y se creó desde cero proporcionando un aspecto muy futurista y que a juzgar por el resultado de la prueba resultó muy eficaz también.
Debajo de esta carrocería el Mercedes W 125 escondía un bloque de 12 cilindros con algunas características muy ingeniosas, y aún hoy sorprendentes, como un sistema de refrigeración por hielo que consistía en un compartimento con 5 kilos de hielo y 48 litros de agua.
Este récord conseguido por el Mercedes W 125 ha permanecido vigente casi 80 años, hasta el pasado mes de noviembre cuando el Koenigsegg Agera RS logró los 445,54 kilómetros/hora, registro que le ha servido para convertirse en el coche más rápido del mundo hasta la fecha.
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