Sabemos que los errores humanos provocan más del 90% de los accidentes en carretera, pero desde que los coches autónomos circulan por las mismas, no dejan de protagonizar accidentes como el que os traemos hoy. Para los robots de Google, conducir tampoco es tarea sencilla ni siquiera en Estados Unidos donde cuentan con una buena cartografía y la mejor comunicación.

Es cierto que en esta ocasión el vehículo involucrado, uno de los múltiples Lexus RX 450h sin conductor que Google emplea en este país, no fue el responsable de la colisión, pero tampoco supo evitarla. La inteligencia artificial da para mucho, pero no permite adverir las malas intenciones de un conductor ebrio al volante de una furgoneta, algo imprescindible cuando te cruzas con él en una intersección regulada por semáforos.

El coche autónomo de Google hizo lo correcto, se detuvo en el semáforo y cuando éste se puso en verde aceleró progresivamente pero claro, en cuestión de segundos la furgoneta, que circulaba también con exceso de velocidad, se le echó literalmente encima, impactando con fuerza en el lateral derecho. Por suerte, este era el lado opuesto al que viajaba el supervisor de Google, quién pese a no estar conduciendo, llegó a pisar el freno en el último instante tratando de evitar el golpe. No lo logró, pero al menos pudo abandonar el coche por su propio pie y sin un rasguño.

Desde luego, de todos los accidentes en los que han estado implicados los coches autónomoséste es el que menos responsabilidad podemos achacarle a esta incipiente tecnología. Una lástima que también vaya a engrosar su estadística más dolorosa.

Lettermark
Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.