De un lado el sustituto del 599 Fiorano y el antecesor del 812 Superfast, la berlinetta de Ferrari por excelencia, armada con su inseparable V12 atmosférico ubicado en posición delantera y transmisión automática de doble embrague con siete velocidades, que conduce toda su potencia a las ruedas traseras. Sí, hablamos del Ferrari F12 Berlinetta, el único modelo de la marca del cavallino que comparte propulsor con el todopoderoso LaFerrari, un bloque que le concede nada menos que 740 caballos a 8.000 vueltas.

Del otro tenemos al último gran superdeportivo salido de la fábrica de Woking, un modelo que incorpora el nuevo V8 biturbo de la casa, con 4.0 litros y los 720 caballos de potencia a 7.500 rpm que refleja su nombre, pero dispuesto en posición central trasera y bien asistido por un cambio también de siete marchas y doble embrague. El McLaren 720S quiere demostrar que la evolución entre los superdeportivos modernos existe y que puede plantarle cara a un modelo de 2012 aunque este sea teóricamente de una gama superior.

Recordemos que el F12 Berlinetta se ofrecía por unos 310.000 euros en nuestro mercado, presumiendo además de una aceleración en el 0-100 km/h de 3,1 segundos y de una velocidad punta de 340 km/h. Por su parte, el 720S se presentó el año pasado con un precio de lanzamiento de 240.000 euros y unos registros igualmente intimidades: 2,9 segundos en el 0-100 km/h y 341 km/h de punta.

Ahora sólo nos queda pensar que ninguno de los coches ha recibido reformas importantes que alteren su rendimiento y parece que es así. Qué las distancias del cuarto y la media milla, dicten sentencia entre ellos.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.