Poco a poco, cada vez más empresas especialistas en preparaciones pierden el miedo a modificar el Tesla Model S. Aunque la berlina eléctrica se conoce desde 2011, son muy pocas las que han diseñado programas de modificaciones y, en general, se limitan a la estética externa.

Las características del Model S lo hacen una base sumamente delicada y, de hecho, la propia Tesla disuadió en marzo de este año a sus dueños de instalar piezas no oficiales. Pueden menoscabar la autonomía y empeorar sus prestaciones, ya que sus ingenieros no han comprobado cómo afectan al vehículo.

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A pesar de ello, Mansory está convencida de que su paquete de accesorios no solo no perjudicará al Model S, sino que optimizará su comportamiento y su gasto energético. Sus palabras se fundan en que estos componentes reducen el peso del automóvil, si bien Mansory no especifica cuántos kilogramos llega a perder con ellos.

El preparador confía en que el moldeado de la fibra de carbono en autoclave proporciona al Tesla la capacidad de acelerar y frenar más rápido -tampoco se apoya en cifras concretas- y emplear una menor cantidad de carga de su batería para recorrer el mismo trayecto. El material se aplica concretamente a los salientes de ambos paragolpes -el frontal incorpora además ledes diurnos-, los faldones laterales, el difusor posterior y un discreto alerón en el extremo inferior del portón.

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Mansory también le adjudica llantas M10 de 22 pulgadas con neumáticos de medidas 295/25 R22 y unas franjas decorativas de color verde que se reproducen en el habitáculo. En esta zona se aprecian igualmente pedales de aluminio, placas iluminadas en los umbrales de las puertas y un volante de estilo deportivo.

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