El sector de los automóviles clásicos tiende a seguir los pasos del mundo del arte en lo que a subastas se refiere. En los últimos años hemos visto comos los precios a pagar por los coches más especiales de la historia no dejan de subir. Hasta ahora el récord lo poseía un Ferrari 250 GTO vendido por 52 millones de dólares, aunque este título no era oficial, ya que la operación tuvo lugar entre particulares, sin subasta de por medio; sin embargo el pasado fin de semana otro Ferrari 250 GTO sí se ha covertido en el coche subastado más caro de la historia al venderse por 28,5 millones de euros.

La puja se celebró el Concurso de Elegancia de Pebble Beach, en Monterrey (California), y fue llevada a cabo por la casa de subastas Bohams, que se encargó de la transacción de esta unidad, la número 19 de las 36 producidas. Fue vendida en primera instancia el 11 de septiembre de 1962 con el número de chasis “3851GT aJo Schlesser, piloto francés de Fórmula 1, que después dejó el coche en manos Frabizio Violati, un empresario italiano dedicado a coleccionar los coches de Maranello.

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El Ferrari 250 GTO se ha convertido en el estandarte de las subastas de automóviles, y no es para menos tratándose del que para muchos es el mejor Ferrari de la historia y uno de los coches más bellos jamás fabricados. Nacido para arrasar en las pistas, rápidamente cumplió con su objetivo, haciéndose con númerosos títulos en varias competiciones de su época –principios de los sesenta–. Proporcionó grandes éxitos a la marca de Enzo Ferrari, que vio como Ford le hacia una oferta para comprar su firma, respondiendo con una sentenciante negativa y dando lugar a un enfado de tremendas proporciones en la marca americana. Dicho enojo llevó a crear el Ford GT40, concebido con la intención de vencer a Ferrari y sus 250 GTO en competiciones como las 24 Horas de Le Mans, donde los Cavallinos Rampanantes arrasaban sin piedad año tras año.

El 250 GTO cuenta bajo su largo capó con un motor V12 de 3 litros alimentado por 6 carburadores Weber que producía 300 caballos de potencia a 7.400 revoluciones por minuto, este bloque iba unido a una transmisión manual de cinco velocidades. Su chasis era tubular y construido en acero, material que le permitía registrar un eso total de 880 kilogramos. Gracias a su ligereza y su potente propulsor conseguía alcanzar 280 kilómetros por hora, una cifra nada despreciable hoy en día, y por supuesto, espectacular en 1962, año en el que se empezó a producir.

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Otros Cavallinos acompañaron al 250 GTO en la subasta, alcanzando entre todos una cifra cercana a los 50 millones de euros. Algunos de ellos fueron el Ferrari 275 GTB/C Speciale de 1964, que se vendió por 19,7 millones de euros, o el Ferrari 250 GT California SWB Spyder de 1961, cuyo precio de venta fue de 11,3 millones de euros. La gran mayoría de ellos pertenecen a la familia 250 en sus diversas variantes, una saga que tiene gran trascendencia histórica.