Los chicos del AMZ, algo así como el Club de Automoción Zúrich, han creado el coche eléctrico que más acelera del mundo. Bautizado como 'Grimsel', este pequeño monoplaza de sólo 167 kilos es capaz de pasar de 0 a 100 km/h en sólo 1,513 segundos, un récord incontestable. Sirva como ejemplo, que todo un Bugatti Chiron, con sus 1.500 caballos, necesita unos 2,2 segundos para alcanzar esta velocidad.
Construido en su práctica totalidad de fibra de carbono, la extrema ligereza de este vehículo ha sido una de las claves para lograr semejante registro, pero también la aerodinámica ha jugado un papel crucial para lograr generar toda la carga necesaria, especialmente en el eje trasero para que las ruedas traccionen a la perfección.
Pero sin duda, lo más significativo son sus cuatro compactos motores eléctricos, ubicados uno en cada rueda y capaces de reunir algo más de 200 caballos de potencia y 1.700 Nm de par, fuerza disponible desde las 0 revoluciones por minuto. De esta forma, la reacción al acelerador es instantánea y sin la necesidad de ofrecer una gran autonomía, este sistema no requiere la alimentación de pesadas baterías.
Eso sí, sus creadores insisten en que ha sido creado para las carreras, no sólo para batir este récord de modo que cuenta con un sistema de recuperación de energía que le permite recargarse hasta un 30% en las frenadas, así como una electrónica capaz de decidir el par motor que entrega cada rueda según el tipo de curva.
Al parecer, este récord de aceleración 0-100 kilómetros/hora estaba en manos de otro vehículo de investigación, el GreenTeam Uni Stuttgart con una marca de 1,779 segundos. Os dejamos con la respuesta de los suizos.
Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.
