Mientras en España la DGT nos 'bombardea' con una campaña de concienciación vial que busca mejorar la convivencia de las motos y los coches en ciudad, al otro lado del mundo se viven situaciones límite como la que os mostramos a continuación.

Como podéis apreciar en las imágenes, cuatro motoristas se encuentran parados con sus respectivas scooter en la línea de detención de un semáforo en un cruce un tanto complejo. En medio de la intersección nos encontramos con un puente que pasa por encima y cuyos pilares sirven para delimitar también el sentido de la marcha así como el área de giro. Desde una mentalidad occidental, entender quien tiene más culpa en el incidente que viene a continuación es realmente complicado, ¿el camión?, ¿la furgoneta?, ¿los dos?

Seguramente la tercera sea la hipótesis más fiable pero, en cualquier caso, lo que es incuestionable es que las motos están paradas en la zona especificada para ello y el comportamiento de sus conductores no puede ser más impecable.

Sin embargo, estos cuatro motoristas que desafían la lluvia una mañana cualquiera para ir a trabajar en sus monturas están a punto de llevarse la peor parte en el accidente. El impacto de los dos vehículos se produce a escasos centímetros de nuestros protagonistas y la violencia del mismo habla muy a las claras de la velocidad a la que circulaban ambos. Sin duda, la fortuna estuvo del lado de los motoristas. Los cuatro salieron ilesos después de ver cómo un camión accidentado y fuera de control les pasaba a escasos centímetros y a gran velocidad. La iglesia acaba de ganar cuatro nuevos siervos.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.