Si hay una ciudad estadounidense con fama de ser lluviosa esa es Seattle. La capital del estado de Washington es algo así como nuestro Bilbao –salvando las distancias, claro está– pero el caso es que por muy acostumbrado que estés a conducir con lluvia, no es lo mismo hacerlo con un turismo cualquiera que con un McLaren 650S.

Bien, pues esta lección fue precisamente la que aprendió el protagonista de esta historia y de manera forzosa. Era la madrugada del jueves al viernes, el oficial Rick Johnson patrullaba las calles de Seattle cuando de repente, se encontró un superdeportivo accidentado obstaculizando la salida de un túnel. El agente no dudó en socorrer al conductor, un varón de mediana edad que había alquilado el coche sólo cuatro horas antes del siniestro.

Afortunadamente, el conductor se encontraba en perfecto estado, aunque totalmente contrariado con lo sucedido. Según su versión, el accidente fue culpa de los neumáticos del coche, una opinión que difiere bastante con la de la policía que concluyó que el deportivo circulaba a una velocidad excesiva y que simplemente, el hombre perdió el control del mismo por esta circunstancia.

En definitiva, el conductor del McLaren se enfrenta ahora a una sanción de tráfico y lo que es aún peor, a la reparación del coche accidentado que no va a ser precisamente asequible...

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