Se llama Toyota Fine-Comfort Ride Concept y como su nombre indica, plantea una forma más cómoda, placentera y eficiente para viajar que nunca. La primera de las claves para lograrlo es una mecánica eléctrica que se alimenta de una pila de hidrógeno, denominada FCV y destinada a ofrecer una gran autonomía y unos tiempos de recarga mínimos: de tres minutos, estima el fabricante.
La red eléctrica alimenta a cuatro motores, ubicados uno en cada una de las ruedas que encontramos situadas en los extremos del bastidor, para garantizar una buena estabilidad.
Por su parte, en el interior encontramos cuatro cómodos butacones capacitados para girar sobre su propio eje pero también para reclinarse, convirtiéndose en auténticas tumbonas. Esta solución permite al conductor soltar los mandos del volante de este coche autónomo e interactuar con el resto del pasaje, prestando atención a las proyecciones que se realizan en las ventanas lateras, convertidas en improvisadas pantallas.
Por su parte, el volante integra también una pantalla multifunción que cubre toda su superficie mientras que en el cuadro de mandos encontramos otra que se extiende por todo el salpicadero. El minimalismo es extremo, hasta el punto de carecer de cualquier mando, confiando todos los sistemas a las diferentes superficies táctiles, al reconocimiento por voz y al gestual. Los pedales del acelerador y el freno son los únicos elementos que nos recuerdan a los coches actuales.
Pese a la elevada dotación tecnológica, Toyota estima que un vehículo de estas características podría ofrecer una autonomía aproximada de 1.000 kilómetros –en ciclo JC08– gracias al empleo del hidrógeno; una solución que el fabricante nipón quiere fomentar para asegurar la movilidad limpia de los vehículos de largo recorrido.
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