Primero fue el Seat León Cupra Performance el que se hizo con el ansiado título del tracción delantera más rápido de Nürburgring, pero poco después la marca del rombo lo desbancaba por nada menos que cuatro segundos con su Renault Mégane RS 275 Trophy-R. Con la ayuda de Víctor Jiménez, piloto de la Porsche Cup británica, hemos querido poner a prueba a los dos 'caza-récord' en un trazado que nos resulta mucho más familiar, el circuito del Jarama.

Las primeras diferencias saltan a la vista. El León es un modelo de calle, con la única opción del Pack Performance que incluye unas llantas de diseño exclusivo, discos de freno perforados de 370 milímetros en lugar de los 340 de serie, pinzas de cuatro pistones de Brembo y neumáticos Michelin Pilot Sport Cup2, todo ello con un coste de 2.827 euros.

El Mégane RS Trophy-R es casi un 'carrera-cliente' realizado en edición limitada de 250 ejemplares a partir del Trophy, aligerado de peso y con muchos elementos de un vehículo racing. Monta amortiguadores de competición Ohlins regulables, llantas ultraligeras con los mismos neumáticos que el Seat, escape Akrapovic de titalino con remate en fibra de carbono, batería de litio, sólo dos asientos y bacquets Recaro de competición, pues se ha eliminado toda la banqueta trasera y en su lugar se ha instalado una barra trasnversal de refuerzo entre las torretas de la suspensión. A todo esto hay que añadir su llamativa decoración exterior, con lo que el resultado es realmente espectacular, tanto por su sonido como por su aspecto.

DOS ESTILOS, MISMO FIN

Tanto su imagen exterior como el sonido de estos dos rivales es completamente distinto. El León casi pasa desapercibido de no ser por sus llantas y sus generosas tomas de aire. Con el Mégane es imposible no hacerse notar por lo llamativo de su aspecto y por el sonido de su escape. Tan solo ponerse a los mandos de cada uno de ellos es completamente distinto. Entrar en el Mégane exige pericia y buena forma física, debido al diseño de los bacquets de competición, mientras que en el León esta operación resulta mucho más fácil, además de tener plazas traseras.

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En el Mégane el tacto del embrague y los frenos es más duro que en el León. La respuesta del motor es igual de inmediata en los dos rivales, pero el sonido del francés hace que la sensación sea mucho ‘excitante’. En los dos competidores el cambio tiene un manejo muy parecido al de cualquier otra versión de la marca, suave y agradable, pero en la dirección el León resulta mucho más ágil, con 2,1 vueltas de volante, mientras que el Mégane necesita 2,6 vueltas de giro máximo.

No hace falta salir al circuito para darse cuenta de que el Mégane tiene el carácter de un verdadero coche de competición. La suspensión es dura y seca y transmite la más mínima irregularidad del firme a los ocupantes. El León es mucho mas cómodo, incluso si elegimos la configuración Cupra de todos los sistemas electrónicos, incluída la suspensión de dureza regulable en su posición más firme. Pero a pesar de esa comodidad y suavidad general el León saca partido de su magnífico bastidor, con una agilidad y una facilidad de conducción sorprendentes. El Mégane transmite la sensación de pilotaje, aunque a costa de exigir algo más de esfuerzo del que está al volante.

Las cuatro vueltas rápidas de Víctor al Jarama con cada uno de estos rivales fue determinante. El León es más rápido en los primeros giros, razón por la que consigue mejor tiempo en el Jarama, pero tanto la suspensión como el embrague no están diseñados para el duro trato de un circuito y van perdiento eficacia con una exigencia tan extrema. El Mégane, con estos elementos de competición, saca partido de su resistencia a largo plazo, razón por la que consiguió un mejor tiempo en el largo trazado de Nürburgring.

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LA VUELTA DE VÍCTOR

Para esta prueba hemos contado con la ayuda de Victor Jiménez, piloto de la Porsche Cup GB. El Jarama tiene 3,8 kilómetros, frente a los 20,8 de Nürburgring. En el 'Infierno verde' el aguante de la mecánica es vital y aquí el Renault ‘de carreras’ gana. El bastidor del Mégane es firme, diseñado para circuito, con una conducción excitante y fácil a pesar de la dureza de la suspensión y el embrague. Los frenos son potentes pero les falta mordiente, aunque lo compensan con una eficacia que no desfallece. El León tiene un magnífico bastidor, pero balancea más. Sus poderosos frenos permiten frenar más tarde, pero al igual que el embrague, pierden efectividad en cada vuelta.

- Renault Mégane RS 275 Trophy-R. Tiempo: 1' 54'' 10 ; velocidad media: 120 km/h

- Seat León Cupra Performance Pack. Tiempo: 1' 52'' 96 ; velocidad media 121 km/h

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