Con voz firme, un padre le exclama a su hijo “¡Vamos Javier, que llegamos tarde a ver la carrera!”. Mientras le tira del brazo para que no se entretenga, el pequeño se prenda del nuevo Lamborghini Gallardo Spyder que, con su blanco inmaculado, está a la espera de que alguien lo descapote y lo disfrute. Hipnotizado por completo, el rugido de los bólidos de las Blancpain Endurance Series que compiten en el circuito de Los Arcos, Navarra, sirve al niño para volver a la realidad y echa a andar para no perderse nada de lo que ocurre en la pista.

Como si el descapotable hechizara, todo aficionado que pasa por los exteriores del motorhome de Lamborghini pide que le hagan una foto junto al cabrio. A buen seguro desconocen que este Gallardo Spyder acaba de sufrir una leve actualización y es que a nosotros también nos cuesta distinguir bien los cambios, si bien es cierto que la parte trasera es la zona en que se han centrado los retoques, con una estampa bastante más llamativa gracias a los pilotos y la cuádruple salida de escape, con los colines ‘sacados’ fuera del parachoques.

Una vez estudiados bien los ‘arreglos’ de esta evolución, pedimos la llave para disfrutar del Gallardo Spyder. Abrimos la puerta, bajamos el cuerpo para acomodarnos y buscamos el botón de arranque. De inmediato nos damos cuenta que no existe: el Gallardo Spyder –y todos sus hermanos– se ‘despiertan’ de forma tradicional.

Aprovechar las fusiones
Las cuatro salidas de escape comienzan a deleitarnos con una grave melodía procedente del trabajo de los 560 caballos, 40 más que los que aportaba su predecesor. El propulsor V10 ubicado en posición longitudinal trasera, de ahí que se emplee la abreviatura LP en la denominación del biplaza –Longitudinale Posteriore en italiano–, es idéntico al que monta el Audi R8 en su versión más potente, a pesar de que el ‘Lambo’ tiene 10 caballos extra, algo casi imperceptible en la práctica. Además, este Spyder comparte las esferas del cuadro de relojes, los mandos de la climatización y el navegador con otros modelos Audi, sobre todo, de los de hace una década dado que el Gallardo es originario del año 2003.

Con la segunda marcha alcanzamos el límite de la velocidad máxima en España... ¡y quedan cuatro velocidades más!

Con la tracción integral con diferencial central revisado–que reparte la potencia en condiciones normales en una proporción de 30/70– y el cambio manual de seis relaciones, el Spyder es una máquina de la velocidad. Pisamos el duro embrague y arrastramos la palanca del cambio de rejilla mientras vemos cómo se estira el cuentarrevoluciones hasta la zona roja del mismo, cifrada en 8.000 vueltas. Con la segunda marcha alcanzamos el límite de la velocidad máxima en España... ¡y quedan cuatro velocidades más!

El empuje del V10, que tiene admisión directa, es constante desde las 2.000 revoluciones. Y lo mejor de todo, aun teniendo más caballos, expulsa un 18% menos de emisiones de C02 a la atmósfera, con la consiguiente reducción de consumo.

Mientras, por el espejo retrovisor central vemos cómo el spoiler se ha desplegado para garantizar un mayor apoyo en el eje trasero –el conocido downforce–. Al bajar de 100 kilómetros/hora, el alerón que incluye una cámara de visión trasera se oculta. No existe la opción de dejarlo fijo.

Mejor automático
En opción está disponible el cambio automático E.gear de seis relaciones. Según Lamborghini, se ha reducido el tiempo de cambio un 40% entre marchas, lo que ayuda a superar las prestaciones del manual y se nota pues ‘caen’ sin darnos cuenta. Esta caja da la posibilidad al conductor de elegir la opción Sport, con cambios todavía más rápidos, y la Corsa, que prima la velocidad punta.

Con esta última, el Gallardo Spyder es todo un misil de competición, permitiendo que el ESP actúe sólo cuando no queda otra al ir al límite y, eso, con este automóvil, sucede muy a menudo. Por contra, el E.gear tiene dos aspectos negativos: uno es el precio –10.000 euros– y otro, la ubicación de la marcha atrás, puesto que hay que buscar el botón que la acciona a la izquierda del volante, pegado al panel de la puerta.

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No hay que olvidar que el Gallardo Spyder pesa 1.550 kilogramos, 20 menos que el modelo de 2008, una cifra cercana, por ejemplo, a lo que arroja en la báscula un BMW Z4 sDrive de 340 caballos. El reparto de pesos no es de los mejores –43% delante, 57% detrás–; aún así, la estabilidad es de nivel y sólo cuando nos desfogamos de sobra se apreciará cierta tendencia sobreviradora fácilmente controlable.

El chasis usa el método Spaceframe, en el que se emplea masivamente el aluminio para aligerar. La rigidez, que se ve un poco mermada al no existir techo fijo, ha sido objeto de estudio de los ingenieros de la firma para mejorarla todo lo posible.En cuanto a la suspensiones, el fabricante asegura que son nuevas y mejoran el compromiso entre prestaciones y confort. A su vez, se puede montar una suspensión delantera nivelante que permite subir la amortiguación para pasar badenes o resaltos... o subir o bajar la rampa del garaje.

De gala
El parte meteorológico anuncia lluvia, pero las predicciones fallan. Paramos nuestra marcha y apretamos el mando que lo descapota. Mientras se realiza la operación, escuchamos la sinfonía de los 10 cilindros al ‘desnudo’, puesto que la tapa del motor se levanta para alojar la capota; un leve acelerón y la piel se nos pone de gallina. En 20 segundos, la brisa recorre nuestro cuerpo.

El programa de ‘exclusivización’ Ad Personam permite hacer realidad cualquier capricho, previo desembolso de una considerable suma de euros.

Decidimos hacer los primeros kilómetros con las ventanillas subidas y sin el deflector. A partir de 100 kilómetros/hora, mantener una conversación empieza a ser un engorro, por lo que activamos el deflector de cristal, que surge tras nuestras cabezas. Desde ese momento, se ‘cierra’ el flujo de aire; se acabaron los problemas.

Todo por la ‘pasta’
Lamborghini dota al Gallardo Spyder de elementos de serie como capota eléctrica, dos airbags frontales y dos laterales, climatizador dual, USB, asientos con regulación eléctrica, faros bixenón con led... En cuanto al catálogo de opcionales, existe un extenso listado de colores, llantas –destacan las Apollo o las ennegrecidas Cordelia–, equipo de frenos carbocerámicos CCB que aumentan la resistencia al sobrecalentamiento y reducen el peso, sistema GPS con Bluetooth, cámara de visión trasera...

Por si fuera poco, el programa de ‘exclusivización’ Ad Personam permite hacer realidad cualquier capricho, previo desembolso de una considerable suma de euros. Todo sea por tener un Gallardo Spyder más exclusivo y único en el mundo.

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