Llega desde Canadá dispuesto a batirse con los mejores hiperdeportivos biplaza del planeta y tiene argumentos para ello. Para empezar, una estética nada convencional, con un afilado morro y una trasera que recuerda a los cupés clásicos. Pero lo verdaderamente llamativo que esconde este coche está en su motor: un V8 de 6.2 litros. Procedente de General Motors, desarrolla 525 caballos que se transmiten íntegramente a las ruedas posteriores a través de una caja manual de seis relaciones –secuencial con sobrecoste–. El par disponible es de 67,5 kilográmetros, toda una garantía para trasladar los 1.143 kilos del CB7 desde parado hasta los 100 kilómetros/hora en 3,5 segundos.

Sus dimensiones son compactas (4,19 metros de largo, algo más que un utilitario tipo) y se anuncia un reparto de pesos del 50:50. Cuando se alcanza la velocidad adecuada (y que no se ha facilitado), de la zaga se despliega un alerón. Equipa neumáticos de altas prestaciones en medida 245/40 delante y 315/30 detrás, con llantas de 18 pulgadas para ambos ejes. Los discos de freno son de 355 milímetros con seis pistones y cuatro respectivamente (cerámicos como parte del equipamiento opcional disponible) y la suspensión es neumática.

¿Hablamos de precio? Aún no hay una cifra exacta si bien el fabricante ha comunicado que “costará menos de 100.000 dólares”.