Los niños han crecido, ya no necesitas tanta funcionalidad como antes aunque no la descartas por completo y buscas representación, bien porque quieres, te la puedes permitir o porque viene impuesta por razones laborales. Si manejas todos estos argumentos, entonces se ponen en tu punto de mira el Mercedes Clase B y el nuevo Volkswagen Golf Sportsvan. A pesar de tener ese aspecto de monovolumen que para algunos es un inconveniente, ambos vehículos demuestran en la carretera su procedencia, con lo mejor de cada casa sobre el asfalto en un segmento que está en caída –al igual que ocurre con las berlinas– por culpa de los todocaminos. Pero ya quisieran muchos de éstos comportarse como lo hacen nuestros protagonistas.

PERFECTO RODAR
Y es que, sin duda, tanto Clase B como Golf Sportsvan han sido concebidos para aunar cualidades familiares sin perder ni un ápice de dinamismo. El Sportsvan comparte la plataforma con su hermano Golf –la MQB del grupo, sobre la que están fabricados también Audi A3, Seat León y Skoda Octavia, entre otros–, lo que se traduce en un bastidor de primer nivel. Suspensión, frenos y dirección cumplen sobradamente y sólo al echar un vistazo al habitáculo nos daremos cuenta de que no estamos en el afamado compacto, sino en un vehículo calcado pero con mayores cotas de habitabilidad. Además, se beneficia de un eje trasero multibrazo que aporta mayor aplomo en las zonas de curvas, frente al eje de torsión que montan las versiones mecánicas por debajo de 125 caballos. En carretera normal la diferencia entre ambos es poco apreciable, salvo si aparecen baches, mucho más rebotona en este último caso.

La dirección del VW transmite mayor confianza mientras que, la del Mercedes, es más suave

Al Mercedes tampoco se le da mal salir de ruta, de hecho, es algo de lo que presumen desde la casa alemana ya que, respecto al anterior B, se bajó acusadamente el centro de gravedad y se creó un tren más deportivo, que se torna más 'agresivo' si se equipa el paquete deportivo, una opción que desaconsejamos por la 'radicalidad' que transmite a los riñones de los ocupantes con el paso de los kilómetros.

ENTRE REPOSTAJE Y REPOSTAJE
Tanto Mercedes como VW equipan cajas de cambio automáticas de doble embrague, de siete relaciones en el modelo de la estrella –de serie– y de seis en su compatriota –opcional de casi 3.000 euros, incluidos en el precio final de la unidad de pruebas–. Ambas demuestran una transición muy suave entre marchas, si bien es cierto que en el Mercedes se aprecian ciertas brusquedades, principalmente en las reducciones de tercera a segunda y de ésta a primera. A velocidad de crucero de autopista o autovía gira a menos revoluciones, algo que debería afectar de forma directa al consumo, pero que no es así. Nuestra media lograda de 6,0 litros se debe principalmente a un peso mayor –por encima de los 50 kilos– y al uso de neumáticos Bridgestone Potenza RE050A en medida 225/40 con llanta de 18 pulgadas, que contrastan con los Bridgestone Turanza ER300 205/55 R16 del VW Golf. Éste ha arrojado una cifra de 5,5 litros, más cercana al valor oficial facilitado por la marca. Eso sí, en los dos y si decidimos practicar una conducción eficiente, es fácil que rondemos los 1.000 kilómetros de autonomía.

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A LOS PUNTOS
Una vez enfrentados en parado, el Mercedes juega a la ambigüedad por sus formas: mucha chapa y poco cristal, por lo que a primera vista parece más pequeño que su rival, que cuenta con una superficie acristalada superior. Metro en mano comprobamos que, efectivamente, el B tiene una capacidad menor en cuanto a anchura y a altura para los pasajeros, algo que viene marcado por sus dimensiones exteriores –es más largo que el Golf pero más estrecho y más bajo–.

Hablamos de unos insignificantes centímetros que los hijos –ya sean pequeños o adolescentes– no notarán, pero sí que marcan la diferencia al tratarse de adultos. Cuenta con unas prácticas mesitas colocadas tras los respaldos que sirven para dejar desde un vaso de agua o una lata de refresco a un libro o cualquier videoconsola portátil, mientras que el sistema de butaca trasera corredera Easy Vario Plus hay que pagarlo al margen –con él varíamos el espacio de carga del maletero aumentándolo o restándolo en función de nuestras necesidades–. En el Golf nos encontramos soluciones idénticas, en este caso, de serie.

El eje trasero multibrazo del Golf Sportsvan aporta mayor estabilidad en la conducción

Donde el Golf se guarda un as en la manga es en la tapa del suelo del maletero que, además de hacer esta función, sirve asímismo para abrir o cerrar una pequeña guantera que amplía la capacidad. En su posición más alta y si se abaten los asientos se crea una zona diáfana, casi plana para transportar objetos de grandes dimensiones.

MODERNIDADES
Debido a la diferencia de edad entre ambos –el Sportsvan acaba de llegar a los concesionarios mientras que el Clase B data de 2011, aunque en breve se lanzará el restyling–, el VW incorpora los últimos avances en seguridad–la práctica totalidad pasando por caja en este acabado Advance–, como un avisador de ángulo muerto con función Exist Assist, que frena automáticamente hasta detenernos cuando salimos de un aparcamiento 'de culo' y no hemos visto que alguien pasa por detrás, algo que comprobamos de forma efectiva en el parking de un centro comercial. El Mercedes también lleva un dispositivo similar, aunque sólo alerta de los ángulos muertos. Chivatos de cambio de carril y de somnolencia, controles de velocidad de crucero activos y otros artilugios están disponibles en ambos.

Por último, los sistemas de infoentretenimiento cumplen sobradamente, si bien es cierto que el del VW posee mayores funciones, mientras que el del Mercedes es, ante todo, impactante por su forma de tableta.

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