Murat Seven, jefe de diseño de Ford, dice del Focus que “es el mejor coche que hemos hecho hasta el momento”, por encima de Mondeo. Qué va a decir él que está a sueldo de la marca; lo raro sería decir lo contrario. Pero tenemos que darle la razón por el fantástico trabajo que han hecho todos los departamentos implicados en su desarrollo. En general, el Focus de cuarta generación es un coche muy satisfactorio por lo equilibrado que es. Su línea supone una evolución de la del actual Fiesta, que fue el que realmente estrenó este lenguaje de diseño, ahora también presente en el todocamino EcoSport.

En el interior, asimismo, se percibe este salto, con una distribución de mandos en la consola central prácticamente calcada a la del utilitario, por no decir que idéntica. La botonera afortunadamente se ha reducido sensiblemente a petición de los clientes de la firma, que así lo pidieron cuando se les preguntó qué aspectos mejorarían del coche. Las funciones a las que se accedía a través de esas teclas, ahora se manejan directamente desde el sistema multimedia, que puede llegar a tener una pantalla táctil de ocho pulgadas en los acabados más altos, si bien es cierto que en los básicos es de 4,2. El funcionamiento de la top es simple e intuitivo, ya que la forma de navegar por los diferentes menús recuerda a la de los smartphones de última generación. La conectividad está garantizada para Android e iOS; incluso existe la posibilidad de carga inalámbrica para los teléfonos que así lo soporten.

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Los Focus tienen un botón colocado al lado del cambio que modifica la respuesta mecánica.

La sensación de calidad es notable y la percepción de que el espacio ha mejorado también se aprecia a la altura de los hombros y en el espacio para las piernas, aunque es cierto que en las plazas traseras echamos en falta detalles de confort como una toma USB adicional a la de 12V, así como salidas de ventilación específicas. Donde no hay inconveniente es en el apartado tecnológico. Ahí el Focus despunta y cuenta con los últimos avances posibles, incluido el nivel dos de conducción autónoma, en el que se agrupan ayudas tan interesantes e importantes como el asistente de carril y el de frenada de emergencia en ciudad, los faros led, la alerta de tráfico cruzado o el control de crucero adaptativo. Adicionalmente lleva avisador de ángulo muerto, cámara de marcha atrás y Head Up Display, éste a través de una pantallita de cristal, como en un Mazda3. Sí echamos en falta que Ford no haya desarrollado un cuadro de instrumentos digital como el que monta parte de su competencia, como el León.

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El cinco puertas tiene un maletero de 375 litros; el familiar, de 600.

Durante la toma de contacto, hemos tenido oportunidad de llevar dos de los motores más interesantes de su gama: el gasolina tricilíndrico de 182 caballos –desde 27.100 euros– y el Diesel de 120 caballos –a partir de 23.100 euros–. El primero de ellos se ha revelado como una de las mejores sorpresas de la temporada, con un empuje progresivo y un amplio margen de actuación sin necesidad de recurrir al perfecto cambio manual de seis marchas –dependiendo de la mecánica, existe un cambio automático de ocho velocidades de convertidor de par desarrollado por Ford–. En el otro lado de la balanza se sitúa el consumo de combustible, algo más elevado de lo esperado, si bien conviene matizar que la práctica totalidad de la ruta transcurrió por montaña, lo que tampoco ayudó a conseguir las cifras oficiales homologadas. El EcoBlue, lógicamente es más ruidoso frente al Ecoboost, aunque la autonomía superior a los 1.000 kilómetros por depósito lo hace mucho más atractivo para quienes viajen con frecuencia. El mayor par disponible también es significativo y a tener en cuenta por quienes viajen cargados.

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Dentro de dos años saldrán los Focus más sostenibles del mercado. Previsiblemente un híbrido enchufable y un eléctrico.

Tanto con un propulsor como con otro, el Ford Focus nos ha vuelto a demostrar que es uno de los compactos punteros en cuanto a dinamismo independientemente de la carrocería –hemos conducido tanto el cinco puertas como el ‘ranchera’–. En ciudad, dadas sus contenidas dimensiones y gracias a la asistencia eléctrica, se desenvuelve bien. Respecto a la dirección, peca de ser poco informativa en carretera, un mal muy extendido en el automóvil actual y ni siquiera mejora cuando seleccionamos el programa Sport –se aprecia un leve endurecimiento–. En carretera, el confort de rodadura es sensacional y apenas hay diferencias entre los dos tipos de suspensión trasera, una básica barra de torsión y un paralelogramo deformable más refinado para los motores más potentes. Con las curvas, el Focus se muestra bastante ligero, apoyado como está en un peso contenido –desde 1.300 kilos–. Sólo al límite, se muestra tan subvirador como su eterno rival, el Golf.

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En cuanto a precios, el Focus más asequible está a la venta desde 19.575 euros con el Ecoboost de 100 caballos, campañas y promociones al margen. En Diesel, arranca en 21.075 euros para el EcoBlue de 95 caballos. A partir del año que viene comenzaremos a conocer datos de los Focus ST y Focus RS.

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