Aunque el rival natural del Alfa Giulia es el BMW Serie 3, con el que comparte la filosofía deportiva y el esquema mecánico de la tracción a las ruedas posteriores, hemos decidido que el italiano salga de su zona de confort enfrentándolo al Audi A4, uno de los pesos pesados del segmento de las berlinas medias. Ahora es turno de ver cómo se las gasta con un rival que tiene todo calculado al milímetro. Sí, porque el Audi, como buen alemán que es, no deja nada al azar. Cuadriculado de principio a fin, su imagen señorial se gana la admiración de un público más veterano frente al del Giulia, que rápidamente entusiasma a los treintañeros que empujan el carrito de sus niños pequeños. Diferencias de gusto que, de primeras, pueden decantar la balanza hacia un lado u otro.

Era de esperar
Esa imagen sensual que desprende el Alfa se reinterpreta magistralmente en el interior. Algo más bajo que el Audi, sus asientos han sido concebidos para que la espalda de quien en ellos se apoya ni sufra ni se mueva lo más mínimo, sin olvidar que el cuerpo va más tendido que en su rival, una postura que innegablemente nos recuerda a la del citado Serie 3. El ambiente del Giulia no tiene réplica en el A4 y eso que la unidad de pruebas lleva el acabado sport edition, cuya imagen ha permitido que el Audi cambie eltraje y la corbata de diario por una más informal, con americana y pantalón, al estilo business casual como lo llaman los expertos. Lo único diferente que en realidad se percibe son las butacas, cuya anatomía mejora de cara a explotar el lado más divertido del coche, el volante achatado en la parte inferior y el kitS line exterior, a lo que se une una larga lista de extras tecnológicos formado por sensores, alertas y conectividad. Dentro de esta última se engloban la llamada de emergencia en caso de accidente, la asistencia en carretera si surge una avería o la cita en el concesionario de rigor para llevar a cabo el mantenimiento.

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Volviendo al Giulia, para poner el motor en marcha hay que pulsar un botón que se encuentra junto al biscione del volante, un guiño que recuerda a sus primos de Ferrari. Pero al arrancar, la sacudida del propulsor turbodiésel hace que despertemos y dejemos de soñar imaginándonos en el Quadrifoglio Verde de 510 caballos que, te adelantamos, pronto pasará por nuestras manos (aquí tienes un adelanto del contacto que hicimos en su momento). En realidad nos encontramos con el 2.2 D de 180 caballos, el tope de gama actual en lo que a la gama Diesel se refiere, y con potencia más que suficiente para mover con soltura un vehículo de menos de 1.500 kilos de peso.

Si echásemos un euro en la hucha cada vez que alguien mira al Giulia, ahora seríamos ricos

El Audi A4 también despierta de forma idéntica, pero sin tanta pomposidad ya que el mando se encuentra en la mitad de la consola, en un lugar un tanto escondido, lo que a veces nos obliga a perder varios segundos en localizarlo dada su posición poco habitual para tratarse de un Audi –estamos acostumbrados a tenerlo junto al cambio como sucede en los actuales A3 y A6–. Eso sí, como en el Alfa, una sacudida invade el habitáculo, aunque es cierto que la rumorosidad y las vibraciones que llegan son menores que las percibidas en el Giulia. Según pasan los kilómetros, esta situación se mantiene independientemente del tipo de conducción practicada o la carretera por la que circulemos, apreciando incluso que el retrovisor interior del Alfa ‘baila’ al son de las revoluciones del 2.2.

Estilos muy marcados
Dirigiéndonos al puerto de montaña más cercano para estudiar el comportamiento dinámico de ambos, resulta curioso que en el Alfa tenemos la necesidad imperiosa de ir rápido. Un vistazo al selector de modos de conducción DNA nos da la respuesta: está configurado en la posición Dynamic lo que afecta a las gestiones de la dirección y del acelerador. Giramos la ruleta para ir más tranquilos y, ¿qué pasa? La posición Normal del DNA hace que la electrónica ‘cape’ la mecánica borrando de golpe unos 30 caballos, lo que hace que las respuestas sean mucho más pausadas. Esto nos obliga a ‘tirar’ del cambio en ocasiones para realizar adelantamientos, más por una cuestión de sensaciones que de falta de potencia real porque el bloque italiano sigue respondiendo. Pero es cierto que el empuje en la posición Dynamic y el comentado puesto de mandos, unido a un chasis que se percibe de primeras más vivo, hacen de los viajes un auténtico entretenimiento en los que no hay espacio para el aburrimiento.

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En estas mismas circunstancias, el A4 se muestra pausado siguiendo la estela del Alfa, sin inmutarse, con la elegancia y el confort que caracterizan a todo Audi… hasta que llegan las curvas.

¿Al mismo nivel?
Aquí el A4 vuelve a sorprendernos con otro cambio de look, en esta ocasión, para ponerse las mallas y sacar a relucir un lado que tenía bien escondido. Rápido en los cambios de apoyo y muy neutro, el alemán nos demuestra que, bajo su apariencia clasista, se esconde un auténtico corredor de fondo. Aunque hay un pequeño ‘pero’ que, en esta ocasión, recae sobre la caja de cambios automática al no resultarnos tan rápida como esperábamos a pesar de ser el S tronic de doble embrague con levas tras el volante, un extra muy costoso porque, de serie, viene con una manual de seis relaciones –2.220 euros–. “Ahí puedo atacarlo y hacerle daño”, debe pensar el Alfa, que va directo a por él.

La dirección eléctrica del Alfa es tan precisa que cuesta hacerse a su tacto

A pesar de que el Giulia tiene una transmisión automática de convertidor de par dentro del catálogo de opcionales, la manual nos parece perfecta para la filosofía de la berlina. La palanca es cortita, la forma esférica hace que sea fácil cogerla y los recorridos son tan cerrados que manejarla es un privilegio, pura satisfacción para los que busquen sensaciones racing. Pero el otro órgano de decisiones con el que contamos, la dirección, necesita un pequeño período de adaptación. De asistencia eléctrica, es tan precisa que en las curvas tenemos que volver a ‘abrir’ para evitar que el Giulia pegue una sacudida ante una rectificación de última hora. Esto es más importante de lo que imaginas ya que también hay que recurrir a la dirección en los giros más cerrados, en los que el Alfa no se ha mostrado tan efectivo como cabría esperar, con el eje delantero ‘cerrándose’ más de la cuenta por culpa de un reparto de pesos no tan equilibrado como el del A4. Pero en las salidas sí que aprovecha su mayor ligereza y la entrega de par a un régimen inferior para recuperar el terreno perdido respecto al Audi, dándole finalmente caza.

Los números importan
El mayor dinamismo del Alfa durante toda la prueba no ha perjudicado en absoluto uno de los campos más importantes en estos tiempos, el del consumo de combustible. La media de gasto obtenida es unas décimas inferior a la recogida por el ordenador de a bordo del A4. Hablamos de cifras entre los 5,0 y los 5,5 litros a los 100, valores sorprendentes para las potencias que alcanzan tanto el 2.2 del Giulia como el 2.0 del Audi. No obstante, el A4 consigue reducir los registros cuando activamos el modo Efficiency, programa que busca exprimir cada gota de carburante y que ha permitido gastar apenas cuatro litros a los 100 en algunos trayectos. ¡Menos que un compacto! Para lograr ese espectacular valor utiliza trucos como limitar la energía que necesita el climatizador para enfriar el aire o aprovecha la inercia cada vez que levantamos el pie del pedal del acelerador.

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Con estos últimos datos en la mano, el Giulia demuestra que, además de ser todo un robacorazones, es una berlina lógica en sus planteamientos perfecta para disfrutarla solo o con la familia, aunque si de lógica hablamos, al Audi no hay quien le gane aunque por ello haya que pagar un poco más. Al final tú decides: ¿razón o corazón? Nosotros lo uno… y lo otro.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Alfa Romeo Giulia Super 2.2 D 180CV (aún no disponible en nuestra base de datos)

Precio, equipamiento y ficha técnica del Audi A4 sport edition 2.0 TDI 190CV