El día de los enamorados, esa jornada laboral en la que el color rojo, los corazones, los angelitos y las expresiones de cariño lo inundan todo, es el elegido por Infiniti para darnos a conocer el Q60. Parece que la marca quiere que nos sintamos como en un encuentro de “First Dates” en el que el cupé es la parte femenina de la cita, pero no hace falta que Infiniti, convertida en Carlos Sobera, haga de celestina porque lo nuestro, con este automóvil, es amor a primera vista.

Vamos a ahorrar describir las líneas del vehículo porque ahí están las fotografías de la galería para que veas en detalle la escultural carrocería del Q60, salida del lápiz del cubano Alfonso Albaisa, uno de los diseñadores top del momento que deja su sello en detalles como los faros delanteros, inspirados en el ojo humano, o la media luna de los cristales laterales traseros. Tan afilada y agresiva resulta la línea del coche que el coeficiente aerodinámico es uno de los más bajos de la actualidad con un Cx=0,29, valor resultante de aplicar innovaciones logradas en el túnel del viento como las aberturas laterales a la altura de los pasos de rueda, una solución vista ya en los Serie 4 de BMW –en éstos se conoce como Airbrather–.

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Estos avances contrastan con la plataforma del Q60 al tratarse de una evolución de la del G37 de 2008. Aunque esto supone un pequeño ahorro de costes al no partir desde cero, el chasis finalmente no es tan ligero como esperábamos con un conjunto que alcanza 1.800 kilos con conductor, demasiada 'grasa' para un vehículo de 4,69 metros de largo, 1,39 metros de alto y 1,85 metros de ancho. Para que compares: son unos 250 kilos adicionales frente a un A5 Coupé 2.0 TFSI quattro de 252 caballos o un C Coupé 300 de 245 caballos.

No está previsto que haya versión cabrio del Q60 como sí sucedía en el anterior modelo

Quizá por eso mismo, el Infiniti es un teórico deportivo porque lo suyo es más bien la elegancia y la comodidad, una distinción fruto de su exótica imagen y un confort otorgado por la puesta a punto. Tras circular con él por ciudad, autopista y carretera secundaria de montaña, el Q60 nos deja a las claras que nos cuida gracias a unos asientos amplios de espalda y con unas prominentes 'orejas' cuya función no es otra que sujetar el cuerpo. La amortiguación independiente a las cuatro ruedas también es muy dulce y las imperfecciones del asfalto quedan anuladas por completo.

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Si bien delante no hay ningún pero, detrás la cosa no es tan boyante al no haber unas cotas de altura amplias, limitadas por la caída del techo aunque es de destacar los centímetros que hay para las piernas, al nivel de una berlina y fruto de la amplia distancia entre ejes –2,85 metros–. Para acceder a la parte posterior hay que presionar un botón en el respaldo para que las butacas delanteras se desplacen eléctricamente, lo que facilita la entrada y salida de los pasajeros.

El maletero cubica 342 litros y su acceso está penalizado por la forma de la boca

Para la toma de contacto únicamente está disponible el Q60 2.0t, un gasolina cuatro cilindros turbo de 211 caballos de origen Mercedes que ofrece 35,7 kilográmetros de par entre 1.250 y 3.500 vueltas, detiene el cronómetro en 7,3 segundos para hacer el 0 a 100 y alcanza 235 kilómetros/hora de punta. A pesar de todos estos datos, muy correctos, este motor a la hora de la verdad se queda justo si buscamos el máximo rendimiento. El cambio automático de siete marchas es un convertidor de par y se muestra algo lento en la toma de decisiones echando en falta un doble embrague, un tipo de transmisión a la que estamos acostumbrados, o más fácil, unas levas tras el volante para ayudar a meter o quitar 'hierros'. Los diferentes modos de conducción tampoco modifican de forma radical el comportamiento de este 2+2 plazas porque su función es más la de ayudar a bajar el gasto de combustible que convertir al Q60 en un auténtico sportcar, y eso que el ESP es tan tajante que cuando las ruedas de atrás patinan debido a la propulsión, lo que se traduce en una pérdida considerable de ritmo.

El 'aburguesamiento' también viene dado por la cancelación activa del ruido, una tecnología que no es nueva en el sector y que se basa en la eliminación de cierto tipo de sonidos molestos con señales acústicas opuestas; de esta forma se reduce por ejemplo la rumorosidad mecánica en aceleración, que en esta es positiva porque el dos litros no tiene un sonido muy bonito que se diga.

El sistema de pantallas táctiles dobles procede de la berlina Q50

Además de este 2.0t, el Q60 se comercializa con un V6 de 3.0 litros y 405 caballos que incluye tracción integral de serie, suspensión de dureza variable, cambio automático y una evolución de la dirección eléctrica Direct Adaptative Steering estrenada en su día en la berlina Q50. Esta versión no pudimos probarla por problemas en la distribución ajenos a Infiniti (huelga de estibadores). Con esta mecánica, el cupé acelera de 0 a 100 en 5,0 segundos, tiene una punta de 250 por hora y el consumo medio homologado es de 9,4 litros a los 100. Los 66.700 euros que hay que 'soltar' por él no lo hacen inalcanzable ya que, a igualdad de potencia y equipamiento, es algo más barato que la competencia de la que venimos hablando a lo largo del artículo. De hecho, el V6 sólo se vende con el acabado Sport–frenos mejorados, audio Bose, asientos con regulación eléctrica, amortiguación adaptativa…– mientras que el 2.0t se ofrece tanto con acabado Premium –48.400 euros– como Sport –50.800 euros y, en este caso, la S va pintada en color gris frente al color rojo del V6–.

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Y al igual que sucedió con el QX30, el Q60 tiene una promoción de lanzamiento sujeta a financiación con la que el 2.0t puede ser tuyo por 43.990 euros, un precio contenido para todo la exclusividad que nos ofrece la marca nipona porque, no olvides, sólo hay 17 centros Infiniti repartidos en España, incluidas Baleares y Canarias.

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