Ford Kuga, Toyota RAV4, Hyundai ix35, Nissan Qashqai, Honda CR-V y Volkswagen Tiguan han visto llegar a estos tres nuevos SUV de última generación para consolidar aún más un segmento que se ha popularizado con fuerza desde sus inicios. El Audi Q3 y el Range Rover Evoque apuntan un poco más alto, a los exclusivistas y más caros BMW X1 o Mercedes GLK, pero la homogeneidad y calidad del Mazda CX-5 lo sitúa sin complejos en disposición de competir tanto por arriba como por debajo en este tipo de polivalentes coches tan en boga.

Ajuste de precios
En sus gamas Diesel, los tres ofrecen diferentes niveles de potencia, pero en el caso del Evoque, la versión de 190 caballos con cambio automático equiparable a sus rivales de esta comparativa ya se va por encima de los 40.000 euros, límite que no queríamos superar para equilibrar unos SUV que fueran a la vez completos y accesibles, que sirvieran además como original alternativa a un coche familiar.

Le toca pues a la versión inferior de 150 caballos del Evoque defenderse contra sus más potentes rivales, algo que puede permitirse gracias a unas buenas prestaciones y a un riguroso chasis.

Potentes pero sobrios
En cuanto comenzamos a probar el Audi, muy discreto en sonoridad mecánica, notamos la reconfortante sensación de reconocer al 2.0 TDI, en este caso con potencia de 177 caballos y cambio de doble embrague S Tronic de siete velocidades. Asociado a la transmisión permanente quattro, conforman un grupo motopropulsor tan fiable como eficaz en cualquier tipo de terreno. Precisamente eficacia sería la palabra que mejor definiría al Audi Q3 por encima de otras. El motor nos responde desde muy pocas vueltas, la potencia se reparte siempre sin brusquedades y el consumo se mantiene constantemente en unos valores más que razonables.

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A lo anterior hay que añadirle las cualidades intrínsecas de su chasis y de los mecanismos electrónicos de estabilidad. El conjunto aporta una enorme facilidad de conducción y una neutralidad de reacciones que, incluso, resultan tediosas si lo que buscamos son recibir sensaciones por parte del vehículo.

El Audi Q3 es el más cercano en planteamientos y sensaciones de conducción a un turismo convencional

El Q3 suma kilómetros sin demostrar la más mínima alteración y en esa constante eficacia basa su flemática personalidad. Y esto no quiere decir que no sea rápido, ya que podemos imprimir al Q3 un ritmo muy elevado en cualquier carretera y exprimir su potencia hasta el último caballo gracias al rápido y preciso cambio automático.

A bordo del llamativo Evoque, el más seductor sin duda de los tres, contrasta el ronroneo ‘Diesel’ y las vibraciones del TD4, más afines a un rudo todoterreno convencional que a este sofisticado crossover.

Muy voluntariosos
Pero la decepción sonora no nos dura más que los primeros instantes de funcionamiento en frío. El propulsor TD4 demuestra pronto una energía que le pone rápidamente a la altura de sus rivales, debido a un excelente valor de par. Y es más, no echamos en falta la versión superior SD4 de la gama Evoque, de 190 caballos, con el cual disponemos de un poco más de respuesta y elasticidad que con el TD4, pero que no parecen justificar los 40 caballos de diferencia entre ambos –ni los 3.000 euros de diferencia en el precio–.

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En el caso del Evoque, el cambio automático eleva el consumo considerablemente, incluso por encima del de sus rivales, más potentes. Tampoco resulta especialmente rápido en su actuación y perjudica también las condiciones deportivas del modelo. Éstas se notan por lo riguroso de la dirección y las suspensiones, más firmes de lo que suelen ser las de los SUV, y por un chasis muy rígido que compensa en gran parte el elevado peso del 4x4. Las sensaciones más dinámicas del trío las aporta el Evoque gracias a una frenada con mordiente y un comportamiento ‘sano’ en apoyos.

El Evoque, por su parte, juega la baza de ser todo un Range Rover a escala reducida, con un diseño exterior e interior que fascina a propios y extraños.

La mecánica de Mazda merece un poco más de atención y detenimiento por su novedad y por su depurada tecnología. Los nuevos bloques Skyactiv han demostrado unos rendimientos sorprendentes, conseguidos a base de subir la compresión en los de gasolina y de rebajarla en los Diesel, como el 2.2 de 175 caballos que nos ocupa.

Dotado de un doble turbocompresor de funcionamiento seriado, es decir uno detrás del otro, consigue una excelente respuesta y una gran elasticidad. Con un tacto redondo y una gran suavidad más digna de un motor de gasolina que de un Diesel, el propulsor Mazda se adjudica, además, el menor consumo de la comparativa. El cambio automático no es tan rápido como el del Q3, pero resulta suave y lo suficientemente preciso como para gestionar con precisión las revoluciones.

Mazda ha creado un vehículo científicamente homogéneo en todos sus aspectos que satisface ampliamente en cualquier tipo de uso.

La tecnología avanzada Skyactive se hace extensiva también al chasis, demostrando un gran rigor dinámico, poco balanceo en curvas y un tenue efecto subvirador muy controlado por el DSC que aporta gran sensación de seguridad en la conducción.

Adaptables
Los tres fabricantes saben que los clientes de este tipo de modelos harán una utilización casi exclusiva en carretera, pero han dotado a sus coches de una serie de equipos que les permiten hacer incursiones más o menos osadas fuera del asfalto. En esto, es el Evoque el que mejor dotación aporta, con su Terrain Response, un exclusivo sistema electrónico de gestión de motor y transmisión que facilita el paso por diferentes terrenos.

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En definitiva, estos tres recién llegados contentará a cualquier cliente. Pero cada cual a su modo. El Audi Q3 es el más cercano en planteamientos y sensaciones de conducción a un turismo convencional. El Evoque, por su parte, juega la baza de ser todo un Range Rover a escala reducida, con un diseño exterior e interior que fascina a propios y extraños. Mazda, por el contrario, ha creado un vehículo científicamente homogéneo en todos sus aspectos que satisface ampliamente en cualquier tipo de uso.

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