Tras una dilatada trayectoria en el mundial de rallyes que data de los años 60, en Ford tuvieron que tomar una dura decisión el pasado año, rescindir su equipo oficial Ford World Rally Team debido a la dura situación económica.

Se puso así, punto y final a una historia plagada de éxitos que han llevado la rúbrica de pilotos como Björn Waldegard, Ari Vatanen, Colin McRae o el propio Carlos Sainz y que nos ha dejado un elenco de modelos para el recuerdo que van desde los Ford Cortina de los 60, hasta los Ford RS 200, Sierra RS Cosworth, Escort RS 1800, Focus RS o el propio Fiesta WRC que todavía compite bajo la dirección de un equipo privado.

La división de Ford Europa ha volcado su experiencia en el WRC para desarrollar un nuevo ST que dispara las prestaciones con su antecesor –Fiesta ST de 2005-, rebaja su consumo y consigue colarse entre los gallitos de su clase, modelos como el Volkswagen Polo GTI, el Seat Ibiza Cupra o el novísimo Peugeot 208 GTi. Algo que no sucedía desde finales de los 90, cuando el Fiesta XR2 era una de las referencias de la categoría.

Precisamente es este antepasado lo primero que se nos viene a la mente cuando tenemos el nuevo ST delante. Como aquel XR2, el nuevo ST se distingue del resto de la gama Fiesta al primer vistazo.

El frontal acoge un nuevo faldón delantero específico, faros con tecnología led y un capó con dos finas endiduras, mientras que en la línea lateral encontramos también taloneras y pasos de rueda ligeramente ensanchados. En la trasera la estética se remata con un alerón más grande, un difusor de aire del mismo color que la carrocería y una doble salida de escape cromada. Es atractivo, deportivo, pero tampoco demasiado aparatoso.

Además, en Europa sólo se va a vender con carrocería de tres puertas, abrimos la del conductor para acceder al habitáculo y nos topamos con un interior igualmente personalizado: el volante, la palanca del cambio -¡al fin un manual!- y, sobre todo, los asientos –unos auténticos baquets mixtos de cuero y tela- son exclusivos en este Fiesta ST.

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3,2,1…

Perfectamente acoplados en un puesto de conducción que nos deja el volante bien cerca y la palanca del cambio o el freno de estacionamiento igualmente a mano, giramos la llave para escuchar el motor 1.6 Turbo de 182 caballos.

Este propulsor no lo estrena este Fiesta, ya se ofrecía en otros modelos de la marca como el Kuga, pero en el pequeño ST emite un sonido bien distinto. Ford ha trabajado en este apartado añadiendo, además de un escape distinto, una caja de resonancia ubicada debajo del salpicadero que logra transmitir al interior un sonido grave, envolvente, que nos incita a pisar el acelerador desde el primer momento.

Ford denomina a este sistema ‘Sound Symposer’ y es uno de los ‘trucos’ que encierra este Fiesta ST para resultar más seductor que sus rivales. El otro no tardamos más que unos metros en descubrirlo. Cuando tratamos de desactivar el control de estabilidad ESP, descubrimos que en este modelo podemos configurarlo en tres modos distintos: On, Sport y Off.

Salimos de la zona costera de Niza hacia la montaña y la carretera comienza a torcerse enseguida. En los primeros giros, apreciamos una dirección bastante más rápida y precisa que la del Fiesta normal y activamos el modo Sport para comprobar las reacciones del chasis.

El manejo del cambio manual, muy preciso, nos anima a exprimir el propulsor a la salida de las curvas con un bastidor a la altura de las circunstancias.

A medida que incrementamos el ritmo de la marcha, la diversión va en aumento, el sonido del 1.6 Turbo resulta embriagador, suena ‘más gordo’ y cuando apuramos la gama de revoluciones además de deleitarnos con su rugido, empuja con contundencia, especialmente desde las 4.000 a las 6.500 vueltas aunque el par máximo –de 240 Nm- lo empieza a entregar en las 1.600 rm.

El manejo del cambio manual, muy preciso, nos anima a exprimir el propulsor a la salida de las curvas pero el bastidor está a la altura de las circunstancias. No en vano, cuenta con una suspensión 15 milímetros más baja y unos neumáticos 205/40 R17 que contribuyen a un agarre perfecto.

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Sólo cuando desactivamos del todo el ESP apreciamos una trasera bastante más ‘viva’ que nos ayuda a redondear las curvas más cerradas haciendo la conducción más divertida. Hay que abusar mucho del gas en los apoyos para hacerlo subvirar y es que el sistema ‘Vectoring Control ST’, que realiza la función de autoblocante electrónico también juega a su favor.

El resultado final se traduce en una sensación de disfrute al volante completa. Sus contenidas dimensiones -3,9 metros de largo- y peso -1.163 kilos- le sitúan como uno de los coches más divertidos de conducir del momento y su precio, 21.750 euros también nos parece muy razonable para un coche tan rápido y con un equipamiento cerrado.

Incluye de serie todos los elementos citados –hasta los asientos- además de los sistemas Ford My Key, que permite limitar las capacidades del vehículo para que lo puedan conducir ‘novatos’, el asistente de emergencia Ford SYNC, que se pone en contacto con el 112 en caso de accidente de forma automática o la radio Sony CD/MP3 con entrada auxiliar y pantalla de 4,2 pulgadas. ¿Quién da más?

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