El Ferrari 488 GTB aglutina una gran cantidad de cambios frente al 458 Italia. Tantos, que algunos dueños del modelo anterior no se han resistido a sustituirlo por el nuevo sin pensárselo dos veces. Al menos eso sucede en el caso de quienes pueden permitirse comprar uno por su cuenta. A otros aún les falta dinero, pero esa carencia no es óbice para urdir un plan que les ahorre la espera.

La edición helvética del periódico 20 minutos cuenta el ejemplo de un joven suizo de 20 años cuya treta le salió por la culata. En marzo de 2014 se compró un 458 Italia por 240.000 francos -unos 220.800 euros-. Un año más tarde, cuando Ferrari presentó el 488 en Ginebra, decidió que su deportivo ya no le gustaba y resolvió adquirir su sucesor lo antes posible. El problema es que para entonces su 458 valía 190.000 francos, mientras que un 488 nuevo cuesta 250.000 francos suizos -cerca de 230.000 euros-.

Como no se atrevía a pedirle dinero a su padre, un empresario de Zúrich, un amigo suyo del concesionario que le vendió el 458 le aconsejó estafar al seguro para obtener la cantidad que le faltaba. Ambos contaron con la ayuda de dos cómplices, también de entre 20 y 30 años, a quienes pagaron 15.000 francos a cada uno -13.800 euros- para que incendiaran el coche.

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Los ayudantes transportaron el 458 a la ciudad alemana de Augsburgo para alejarlo de Suiza y así no llamar la atención. Simultáneamente, el joven suizo y su compinche del concesionario construyeron una cohartada yéndose a darse un masaje a un local cercano. El Ferrari acabó por explotar y sus verdugos comprobaron satisfechos que la policía alemana atribuía el suceso a un ajuste de cuentas relacionado con la prostitución.

La historia dio pronto un giro brusco cuando cámaras de vigilancia próximas al lugar y la revelación del contenido de llamadas privadas encaminaron las pistas hacia sus protagonistas. Los cuatro fueron detenidos en Suiza y trasladados a Alemania.

El propietario del ya difunto 458 recuperó la libertad pagando una fianza de 200.000 euros y acudió a juicio este miércoles en Augsburgo. Allí confesó que ya poseía 15 coches de lujo -entre ellos un Lamborghini- y que su padre le daba una paga semanal de 5.000 a 10.000 francos suizos -entre 4.600 y 9.200 euros-.

Pero ni esa colección ni ese amor paternal económico mitigaron su obsesión por el 488. Un sentimiento que chocaba frontalmente con la vergüenza de reconocer ante su padre que su recién comprado 458 ya no le complacía. Además, aseguró que, en el momento de decidir hacerse con un 488, ya no había dinero en su cuenta bancaria.

Según el diario alemán Tages-Anzeiger, la juez del caso ha impuesto al joven un régimen de libertad vigilada durante un año y diez meses y una multa de 30.000 euros. Los otros tres permanecerán en libertad condicional entre 14 y 16 meses.