Nuestras carreteras piden auxilio a gritos. Sus baches, grietas, zonas mal asfaltas y señales caídas, reclaman nuestra atención así como una inversión que asciende ya a 6.200 millones de euros para devolverlas a su correcto estado de conservación. Así lo ha señalado la Asociación Española de la Carretera (AEC), quienes en su último informe, realizado a finales de 2013, califican el estado actual como el peor desde el año 1985.

La situación es especialmente dantesca porque se ha dejado de gastar dinero en su conservación durante los años de la crisis de forma que se ha multiplicado el gasto. Un euro no invertido en la mejora del firme se traduce en cinco pasados tres años y en 25 pasados cinco. Los técnicos vienen advirtiéndolo durante todo este periodo y sin embargo la administración ha cerrado los ojos ante una situación que comienza a ser límite. Sólo así se explica que el 95% de esos 6.200 millones, sea a cuenta del asfalto.

Por otro lado, la autoría de AEC también apunta que es necesario reponer 330.000 señales y repintar las marcas viales en 52.000 kilómetros, así como mejorar el estado de las barreras de protección o la iluminación. El 82% de las luces no alumbran correctamente según este informe.

¿Debe el Estado asumir el coste?

Pues lo cierto es que no, al menos en su principal cuantía. De los 166.000 kilómetros que componen nuestra red de carreteras, sólo 26.000 son del Estado, que tendría que asumir unos 1.994 millones por los 4.205 de las comunidades autónomas y diputaciones, lo que hace todavía más improbable una correcta resolución del problema. Desde 2009, hasta finales del año pasado, se estima que la reducción del gasto en mantenimiento de las vías ha bajado un 39% en nuestro país.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.