La seguridad está de aniversario. En febrero de 1995, la prensa estaba invitada a la gélida Suecia para ser testigo del nacimiento de un nuevo e importantísimo sistema de seguridad para el automóvil: el ESP. Bajo estas siglas, Bosch y Mercedes-Benz presentaban su "Programa Electrónico de Estabilidad" en alemán y la electrónica irrumpía así en el ámbito de la seguridad en la tracción, abriéndose una nueva era en el control de las ruedas del coche en condiciones adversas.

En un inmenso lago helado situado a tan solo 40 kilómetros del Círculo Polar Ártico, los periodistas especializados de todo el Mundo se pusieron a los mandos de varias unidades del Mercedes S600 Coupé, el modelo más caro y lujoso de su clase que por aquel entonces costaba casi 23 millones de pesetas en nuestro país. Este gigante de más de 5 metros de largo y ya incluía todo lo último en confort y seguridad de serie, como el airbag y el ABS y en aquel 1995 se convirtió en el primer coche con ESP.

La primera generación la componían once piezas principales y tenía un sobrecoste de 125.000 pesetas como parte del equipamiento opcional.
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Evidentemente, era ya un precio razonable para su fabricación en serie, pues hasta ese momento los sistemas existentes eran muy caros y se averiaban con suma facilidad. Tan solo se utilizaba en proyectos aeroespaciales hasta que se desarrolló un pequeño cilindro de acero hueco por parte de los ingenieros de Mercedes-Benz. En su interior se colocaron ocho cuerpos oscilantes en función del movimiento del coche. Mediante la recogida de datos y su procesamiento a través de la unidad central electrónica, se consiguió que se pudiese analizar hasta un millón de operaciones por segundo.

Los periodistas que probaron hace ahora 20 años el ESP constataron la significativa mejora que suponía el nuevo elemento en la dinámica transversal, asegurando una conducción más segura en su trayectoria. Gracias al microordenador que incorpora, el sistema evalúa los datos que recibe de los sensores y comprueba si las maniobras del conductor se corresponden con el movimiento real del vehículo.

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Si no sucede esto, el ESP entra en funcionamiento de inmediato a través del sistema de frenos para mantener estable la trayectoria del vehículo. El secreto está en que se genera una fuerza opuesta, pues todas las que influyen en un vehículo hacen que éste gire sobre su centro de gravedad. El sistema también puede intervenir en el motor para reducir su potencia. De esta manera, el vehículo mantiene dentro de lo posible la trayectoria deseada.

A lo largo de 1995 el sistema se extendió a la Clase E, S y SL de Mercedes y en un plazo que no llegó a los cinco años se extendió al resto de la gama.

PRESENTE Y FUTURO 20 AÑOS DESPUÉS

En la actualidad, si el vehículo está equipado con ESP significa que también lleva otros dos importantes sistemas de seguridad activa: el ABS (Sistema Antibloqueo de Frenos) y el ASR (Sistema de Control de Tracción).

La implantación del ESP es fulgurante. El pasado 2014, Bosch celebró la fabricación de la unidad 100 millones. Según la firma alemana, el dispositivo puede evitar hasta el 80% de todos los accidentes ocasionados por derrapes. A la vista de estas evidencias, desde el 1 de noviembre de 2014 la Unión Europea obliga a que todos los turismos y vehículos comerciales ligeros nuevos que se vendan en cualquier país de la eurozona estén equipados de serie con el sistema de control de estabilidad ESP.

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En la actualidad, el microordenador comprueba 25 veces por segundo si las maniobras que realiza el conductor siguen la trayectoria correcta, en perfecta armonía con el ABS y el ASR. Los elementos electrónicos se han reducido al máximo, mientras que la próxima "revolución" pasa por las dos ruedas.

Bosch ha desarrollado un control de estabilidad denominado MSC, que puede decirse que es prácticamente un ESP especial para motos. A partir de 2016, todas las motos europeas de 125 cc. o más deberán llevar ABS de serie, y las motocicletas de entre 51 y 125 cc tendrán que incorporar algún tipo de sistema de frenado combinado (CBS). Podemos decir que, a falta de que se concrete más la normativa, será prácticamente obligatorio que se monte algún sistema de frenado que, en definitiva, sea un ESP adaptado al mundo de las dos ruedas.