En Fórmula 1 nunca se puede dar nada por perdido. Y aunque tras el Gran Premio de Europa, Sebastian Vettel era cuarto en el Campeonato (a 26 puntos de Fernando Alonso), al final ganó su tercer Título consecutivo. Y es que a Red Bull le costó hacerse con su propia máquina, pero finalmente lo logró: "Me sentí más a gusto en el coche en la segunda parte del campeonato", asegura el propio piloto alemán.

Sin embargo, otras informaciones hablan de que el RB8 del principio de la temporada se adaptaba mejor a su compañero de equipo, Mark Webber: "El equilibrio era mejor para mí al final que al principio de la temporada, lo que me causó problemas, especialmente en las clasificatorias”, asegura Vettel. De hecho, tras el Gran Premio de Europa (octava prueba del calendario), el australiano era segundo en el Mundial de Pilotos a veinte puntos del español de Ferrari; y, a final de la temporada, descendió al sexto lugar definitivo, 102 puntos por detrás de Vettel.

Para Auto Motor und Sport, a Red Bull Racing "le costó media temporada" hacer que el RB8 explotara toda su velocidad. Y poco a poco, el monoplaza se fue haciendo invencible: "Durante mucho tiempo no estaba contento con los escapes, incluso aunque me daban más carga aerodinámica que los viejos", asegura el tricampeón.

Al final, el diferente estilo de pilotaje de ambos corredores parece ser la clave para explicar sus diferentes rendimientos según evolucionaba el monoplaza: "Yo no podía controlar el coche como quería para adaptarlo a mi pilotaje. Podía correr en las entradas de las curvas, mientras que Mark era mejor en las salidas. Sólo la última solución Coanda me acercó a lo que tuvimos el año pasado", concluye Vettel.