Los pilotos de Red Bull se trasladaron hacia uno de los iconos del arte callejero escondido por las calles de Melbourne, lugar de fama internacional que ha acogido a importantes artistas de todo el mundo. Allí dejaron aparcados sus Aston Martin DB11 de más de 200.000€, y cuando volvieron a por ellos, se lo encontraron llenos de pintadas.

Obviamente, todo previsto dentro del marco organizado por Red Bull en Hosier Lane, una de las atracciones turísticas de la ciudad australiana, donde artistas locales tuvieron la oportunidad de personalizar los vehículos de estos pilotos de Fórmula 1, teniendo como referencia para ello los cascos de los propios pilotos.

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Unos pilotos que también acabaron participando en la personalización… pero no mucho, que una cosa es comer fruta de dudoso buen sabor o intentar enfrentarte con luchadores profesionales de sumo, y otra es tener el talento necesario para no estropear la obra de un artista, ya que tal y como confesaba Ricciardo, después de añadir su pincelada; “Los muchachos hicieron un trabajo muy bueno antes de que yo lo destruyera”.

“Sabía que íbamos a pintar con espray, ¡pero no pensé que lo haríamos sobre los Aston Martin! Quiero añadir que el mío es mejor que el de Max”, aseguró un sorprendido Daniel Ricciardo.

“Creo que el mío se ve bien. Mis pequeñas aportaciones quizás no sean tan profesionales, pero me divertí. Ha sido una mañana muy buena. Es la primera vez que he pintado un coche y ha sido divertido hacerlo sobre un DB11, contestaba el neerlandés.

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