El perfeccionismo, la evolución constante, la formación completa… son conceptos conocidos en la F1 desde hace mucho, pero el equipo angloaustriaco les ha dado otra vuelta de tuerca con su método de trabajo, que tiene suficiente genialidad para marcar un nueva época. De momento, Vettel ha sentenciado su segundo Mundial en tan sólo cinco años de participación en la categoría reina, y con una abrumadora superioridad que no veíamos desde los mejores tiempos de Schumacher en Ferrari. Con un brillante equipo técnico amarrado por contrato hasta 2014 y una normativa que se prevé muy estable –casi congelada– hasta ese mismo año, tenemos listo el caldo de cultivo para engendrar una leyenda.

Para quienes nos tilden de triunfalistas, no olvidamos que, por ejemplo, el trinomio Hakkinen-Newey-McLaren también parecía abocado a marcar una década y no pasaron del bicampeonato en 1998 y 1999, pero rasgos como la juventud de equipo y piloto o la ausencia de tensiones jerárquicas entre chasista y motorista añaden verisimilitud a la receta de Red Bull.

VICTORIA A LA INVERSA
Vaticinios al margen, Vettel y Red Bull son justos y merecidos campeones. La competencia más directa, encarnada en Ferrari y McLaren, cometió errores al inicio de la temporada que han lastrado sus opciones de pelear por las victorias. El MP4-26 llegó a Australia con un difusor provisional y escapes que no habían probado en pista tras descartar una solución audaz a lo Jean-Claude Migeot que, muy en contra de sus pronósticos, les hacía perder un segundo por vuelta. El caso de Ferrari es todavía más sangrante: primero, Aldo Costa y sus muchachos eligieron una suspensión trasera con esquema push-rod contra tendencia, y luego fallaron con en el túnel de viento en un error que, según el propio equipo, les quitó "uno o dos meses de evolución". Eso, en la F1 de hoy, significa unas tres décimas por vuelta que hubieran bastado para cambiar el panorama en muchos circuitos.

Quizá estos matices expliquen en parte la superioridad de Vettel este año: los errores, simplemente, no están permitidos. El bicampeón piensa tranquilo en 2012 y en disfrutar las carreras restantes, mientras Button, Alonso y Webber se juegan el subcampeonato en una batalla que promete buenas emociones hasta final de año.

La historia ya le ha abierto expediente a Sebastian Vettel, pero la vida sigue: Robert Kubica continúa su lucha por volver a correr y Bahréin tambalea de nuevo en el calendario por el hambre de libertad de su pueblo frente a un inmovilismo gubernamental que nos recuerda al de Bernie Ecclestone y su empeño por dejar a Europa huérfana de F1.

ALONSO: ÚLTIMOS DETALLES
El segundo puesto en el Gran Premio de Japón demuestra que ni Alonso ni Ferrari tiran nunca la toalla. Sí abandonaron la evolución del 150º Italia para centrarse en el coche de 2012, una operación por otro lado bastante común en los equipos que no se juegan mucho en este campeonato. Así pues, lo habitual de esta decisión invalida las teorías más optimistas que el equipo de comunicación de la Scuderia ha difundido por los medios sin apenas oposición crítica:¿empezar antes en el desarrollo de un coche garantiza su éxito?

BMW demostró en 2009 que no es así, y tampoco asegura las victorias adoptar conceptos aerodinámicos más audaces, como le ocurrió a McLaren en la última pretemporada: desechó sus veleidades 'multiescape' y se presentó en Australia con un sistema normal que le hizo recuperar un segundo. Así pues, Ferrari necesita trabajo, suerte y tiempo, no sólo 'revoluciones'.

ALGUERSUARI: TORO MANSO
El periplo asiático no ha empezado bien para Jaime Alguersuari, que sólo puede encontrar consuelo en que su compañero Sébastien Buemi no le ha recuperado un solo punto en la clasificación general. Ciertos periodistas tampoco le hicieron un favor cuando magnificaron un desencuentro con Alonso en un doblaje–completamente normal– que llevó al asturiano a perder un puesto con Webber. Toro Rosso espera mejorar su coche en los próximos GP con un paquete aerodinámico optimizado que, en su primera versión, no funcionó bien en Japón.