La caravana de la Fórmula 1 viaja alrededor del mundo, adentrándose en numerosas ocasiones en terrenos donde la seguridad no es la que muchos desearían. Mismamente en 2011 la Fórmula 1 se vio obligada a suspender el Gran premio de Bahréin por la falta de seguridad ante las revueltas sociales que azotaban el país.

Sin embargo, Brasil es un tema diferente. Inaugurado en 1940 al sur de Sao Paulo, el circuito de Interlagos ha acogido el Gran Premio de Brasil desde 1972, con alguna alternancia con el trazado de Jacarepaguá. Muchos años de Fórmula 1 en los que han pasado incontables altercado en los alrededores del circuito, donde se han asentado favelas de forma histórica, teóricamente a día de hoy pacificadas, pero donde no se ha logrado acabar con los altercados.

Si bien ha habido años mejores que otros, este año no ha habido equipo al que no hayan intentado atacar, amén del desagradable incidente del equipo Mercedes, cuyos miembros fueron desvalijados camino al hotel a punta de pistola. Sauber, Force India, Williams, miembros de la FIA y también a última hora, miembros de Pirelli. Ataques premeditados evitados en muchas ocasiones gracias a la pericia el conductor. Una situación lejos de la anécdota, totalmente inadmisible para la celebración de un evento de este tipo, donde la seguridad de los integrantes debería estar por encima de todo.

Con Ecclestone fuera de la organización de la Fórmula 1, habiendo sido él parte importante en los acuerdos con el circuito debido a los lazos familiares, sin pilotos brasileños en la parrilla de Fórmula 1, y con la situación de inseguridad, son muchos los que se preguntan si merece la pena seguir con este Gran Premio.

Por lo pronto, Pirelli se plantea cancelar la prueba de neumáticos de 2018 que debía tener lugar esta semana junto al equipo McLaren en el circuito brasileño. Mientras, la continuidad del Gran premio de Brasil a pesar de las grandes carreras que suele ofrecer, queda más en el aire que nunca.