La temporada 2003 de Fórmula 1 marcó un antes y un después en la afición española. Por primera vez, un piloto español llegaba a un equipo competitivo y con proyección de ir a más, un equipo que se esperaba que pudiera luchar por el mundial en poco tiempo.

El protagonista fue Fernando Alonso que completaría su segundo año en Fórmula 1, esta vez con Renault tras el debut con Minardi en 2001, y tras pasar un año trabajando en la sombra sumando y sumando kilómetros, cuando el concepto de piloto de pruebas tenía un significado real.

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La temporada no pudo empezar mejor para Fernando Alonso. El piloto asturiano asombró consiguiendo la pole position en la segunda carrera del año, el Gran Premio de Malasia, pese a no encontrarse en las mejores condiciones físicas por una fiebre. Ese fin de semana terminó con el primer podio del piloto español, el piloto más joven en subirse a un cajón que compartió con Kimi Raikkonen y Rubens Barrichello.

El siguiente Gran Premio fue uno de los más espectaculares de la temporada, Brasil. En una carrera pasada por agua, por mucha agua, el de Renault sacó la cabeza y ganó posiciones hasta auparse a la tercera posición. Fernando se encontraba recortando tiempo a la cabeza de carrera compuesta por Fisichella y Raikkonen, tanto, que por primera vez se pudo soñar con la victoria, aunque desafortunadamente la prueba termino cuando Fernando colisionó con los restos del accidente de Mark Webber, que a su vez provocaron la bandera roja y suspensión de la carrera, logrando Fernando un nuevo podio. El tercero llegó en la carrera de casa, en Barcelona, donde Alonso finalizó en segunda posición.

Sin embargo, el plato fuerte llegaría en Hungría, en la decimotercera carrera del año y que por entonces era la recta final de la temporada. Fernando logró la pole position y conservó la primera posición mientras recibía la ayuda de Mark Webber, que se encargó de formar un pequeño tapón con su Jaguar tras colocarse en segunda posición en la salida. Tras 70 vueltas y paradas incluidas, Fernando Alonso veía la bandera a cuadros en primera posición, con un notable margen sobre Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya, quienes le acompañaron en el podio.

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Fernando Alonso rompía el record de precocidad en una victoria de Fórmula 1, un record que databa de 1952, cuando Troy Ruttman consiguió la victoria en las 500 millas de Indianápolis, entonces en el calendario de la Fórmula 1. Alonso lograba vencer con 22 años y 26 días en su haber, record que permanecería en su haber cinco años cuando fue roto por Sebastian Vettel, con 21 años y que a su vez fue roto por Max Verstappen, con 18 años de edad.

No solo fue una victoria, fue el comienzo de una era, el comienzo de la era Fernando Alonso en la Fórmula 1, una era que en 2017 aún tiene tomos por escribir. A sus 35 años Fernando roza las 300 carreras en Fórmula 1, sumando 32 victorias y sobre todo, dos títulos de campeón del mundo. De momento, nadie sabe cómo acabará el paso de Alonso por la Fórmula 1, pero sin duda, Hungría marcó un antes y un después en Fernando, en la afición española y también a nivel internacional, pues sin duda alguna, Alonso se ha convertido en una figura universal.

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