El circuito de Monza es, tanto sinónimo de velocidad, como uno de los símbolos más representativos de la Fórmula 1, este legendario trazado cuenta con una serie de anécdotas y records que lo hacen único en el calendario, así como parte fundamental de la historia de la categoría máxima del automovilismo. Ya son casi 80 años, los que este autódromo tiene en actividad, así como casi 70 Grandes premios en distintas categorías del automovilismo, eso sin contar las participaciones que ha tenido en el mundo del motociclismo.

Las altas velocidades caracterizan a Monza, y eso se refleja en su planificación, construcción e inauguración, en menos de un año, un terreno de 3,4 km2 se convirtió en una pista de 10 km de extensión, la cual se dividía en un trazado mixto de 5,5 km, y un ovalo de 4,5 km. El autódromo italiano, fue el tercer circuito permanente que se construyó en el mundo, precedido por el circuito de Brooklands en Inglaterra de 1907, y el de Indianápolis en EEUU, de 1909. La financiación fue llevada a cabo por el Milan Automobile Club, el cual decidió la construcción del circuito, con motivo de su aniversario número 25.

Hicieron falta 35000 obreros para llevar a cabo esta tarea entre los meses de mayo y julio de 1922, solo hicieron falta 110 días de construcción para tenerlo listo; pero no fue sino hasta el 3 de septiembre de ese año, que el circuito de Monza fue inaugurado, luego, 7 días después, los motores rugirían por primera vez, celebrando el segundo GP de Italia, y estrenándose en la lista de los circuitos fatales, ya que en aquella primera carrera, murió el alemán Gregor Kuhn, siendo el primero de una larga lista de fallecidos en este trazado; en 1923 y 1924, Ugo Sivocci y Louis Zborowski, también encontraron la muerte en la pista italiana.

A semejanza del circuito inglés de Brooklands, Monza fue diseñado para probar automóviles, así como una vidriera perfecta para el desempeño de la industria automovilística italiana, y en la actualidad, es el trazado más antiguo con el que cuenta el calendario de la Fórmula 1.

En sus primeros años, ya como uno de los referentes en el creciente mundo de automovilismo, el circuito de Monza, contaba con una sección espectacular y fuertemente peraltada, en la actualidad, esta zona, así como muchos pasajes de la historia de este autódromo, se pierde en la creciente vegetación del bosque. Aquella mítica sección, formó parte del circuito en el que se disputó el Gran Premio de Italia, así como el óvalo de más de 4 kilómetros de longitud.

Al igual que otras pistas de carreras antiguas, el peralte se incorporó como una forma de ayudar a los coches, relativamente primitivos de aquella época, a ir más rápido en las curvas, aunque la original era una curva peraltada mucho menos impresionante que la que sobrevive en la actualidad. En la parte oval, se contaba con dos curvas elevadas de 40 grados, en las que se calculaba que los coches podían alcanzar los 190 kilómetros por hora.

Aún lejos del nacimiento de la F1, en 1928, el circuito de Monza fue el emplazamiento de uno de los accidentes más graves del automovilismo italiano, Emilio Materassi pierde la vida junto a 27 espectadores en junio de ese año. Materassi ganó el Gran Premio de Mugello al volante de un Talbot y finalizó segundo en la Coppa Acerbo, en agosto; ese mismo mes ganó su cuarta Coppa Ciano. Pero fue en septiembre cuando encontró la muerte en la vuelta 17 de la carrera en Monza.

Debido al accidente de Emilio, las carreras posteriores a 1928, fueron confinadas a la sección del óvalo, fue así hasta 1933, año en el que hubo tres muertes; Campari, Borzacchini y Czaykowski fallecieron en la curva sur del óvalo. Estas tragedias, serían las responsables del rediseño del trazado, además, etiquetarían a Monza como un circuito tan veloz como letal.

Entre 1935 y 1937, se utilizó el circuito en una configuración que tomaba parcialmente la curva sur del óvalo, dos chicanas nuevas se habían añadido y se eliminó la recta más larga. Así pues, entre 1938 y 1939, se añadieron 2 curvas que se construyeron nuevas; esta configuración se utilizó hasta 1954. En 1938 se dejó de usar las curvas primigenias, y el circuito adoptó una longitud de 6,3 Km.

El circuito sobrevivió a la guerra, pero no fue hasta 1948, tras una renovación necesaria por la falta de mantenimiento, que se reutilizó para albergar carreras de GP, el 17 de octubre de ese año, Monza reabre sus puertas. Por otra parte, al año siguiente, el autódromo italiano comenzó a albergar carreras del campeonato mundial de automovilismo.

LLEGADA DE LA F1

El campeonato mundial de F1 llega como un certamen de carreras de Gran Premio, y lo hace adornado por el fantástico colorido de Monza, cuya afición, aunque se ha visto involucrada en tragedias terribles, ha definido la personalidad del circuito.

En el año de debut de la F1, este autódromo alojó la última carrera puntuable del calendario, siendo el escenario de la emocionante definición de aquella primera temporada, en la que Giuseppe Farina, se alzó con el título, remontando de la tercera posición, hasta la primera en la clasificación general de pilotos; para lograr tal proeza, tuvo que triunfar en Monza, a pesar de que fue Juan Manuel Fangio quien había conseguido la Pole Position y posteriormente el subcampeonato.

Entre 1951 y 1952, el tricolor italiano se impuso en Monza, Alberto Ascari al mando de un Ferrari con especificaciones de Fórmula 2, fue el flamante ganador de la carrera en ambas ediciones. Pero en la carrera de 1952, el autódromo de Monza estuvo a punto de ser el sitio del fin prematuro de uno de los pilotos más exitosos que ha tenido la F1.

El argentino, quien se dirigía hacia Monza tuvo que tomar un vuelo comercial a Londres y luego otro a París, luego, un amigo se ofreció a llevarlo en coche a Lyon, y allí le prestó el auto para que recorriera el tramo restante de 480 kilómetros a través de los Alpes hasta Monza. Fangio llegó media hora antes de que comenzara la carrera. La fatiga hizo que; el campeón, en la segunda vuelta y con un coche con el que no estaba familiarizado; se equivocara teniendo uno de los peores accidentes de toda su trayectoria deportiva, sufrió la rotura de varias vértebras cervicales y se vio obligado a guardar reposo durante 12 semanas. La introducción obligatoria del casco en aquella temporada, le salvó la vida, ya que su cabeza, recibió el mayor impacto contra el asfalto.

Pero no fue hasta 1953 que Monza fue testigo de uno de los finales más emocionantes de la F1; en la última curva, Fangio, que estaba 4°, adelanta a los imbatibles Ferraris de Ascari y Farina, así como a su compatriota, Onofre Marimon, y se alza con el triunfo pilotando un Maserati, que, hasta el día anterior, había presentado unas intensas vibraciones, que inquietaban al argentino.

El sábado por la noche el mecánico jefe le dijo a Fangio que se fuera a dormir tranquilo, le prometió que, al día siguiente, no tendría problemas con la vibración de su coche. Efectivamente, tras probar el coche la mañana siguiente, la oscilación había desaparecido. Al terminar la prueba Felice Boneto, compañero de Fangio, se acercó al argentino para comentarle lo mal que lo había pasado con su coche por una vibración que había aparecido de forma sorprendente; Fangio, en ese momento, supo que su mecánico había pasado la noche intercambiando los números de los dos coches para así darle a Fangio el Maserati sin vibraciones. De este modo, Fangio pudo ganar una de las carreras más reñidas de todos los tiempos.

En 1955 el circuito sufre una serie de modificaciones que lo acercaron a su diseño original. Se volvió a habilitar la sección del óvalo de 4,25 km, ahora, este se unía a la sección curvilínea de 5,75 km, de este modo, Monza volvía a su longitud original de 10 km. La sección oval incluyó la legendaria curva Parabólica. También se construyó un puente que pasaba sobre una parte de la pista. Esta configuración se usó entre 1955 y 1956, y no se volvería a usar hasta 1960 y 1961.

La variante Ascari; la novena curva, recibió dicho nombre tras el fatal accidente de la leyenda italiana, Alberto Ascari, el 26 de mayo de 1955. El bicampeón viajó a Monza para probar un modelo de Ferrari, accidentándose, en lo que era una de las curvas más rápidas del trazado, en concreto en el antiguo giro a la izquierda que daba acceso a la contra recta. Dicho accidente le provocó la muerte, aunque los hechos nunca fueron aclarados totalmente.

A pesar de las fatalidades, el circuito de Monza, no se ha limitado a ser un autódromo nacional, o confinado a la tradición automovilista europea, el trazado italiano ha fusionado lo mejor de dos culturas convirtiéndose en un circuito de clase mundial. La carrera de los Dos Mundos, o las 500 millas de Monza, fue una carrera disputada únicamente en la sección del óvalo entre 1957 y 1958. Este evento fue el resultado de una propuesta para que los pilotos y equipos americanos, compitieran directamente con los de F1 en suelo europeo; gracias a la similitud con las 500 millas de Indianápolis, el autódromo recibió el nombre de Monzanápolis. En ambas ediciones ganaron pilotos americanos, Jimmy Bryan venció en 1957 y Jim Rathman en 1958. La peligrosidad y el costo del evento, hizo que dicha carrera dejara de disputarse.

En 1960 se llevó a cabo un boicot por parte de los equipos británicos, quienes se reusaban a competir en un circuito de Monza que, consideraban que era altamente peligroso, no obstante, se ignoró la protesta y se rellenó la parrilla con coches de F2; por desgracia, aquellas quejas se hicieron eco en otro luctuoso accidente que tuvo lugar un año mas tarde.

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Von Trips, al volante del Ferrari 156, estuvo involucrado en un accidente mortal en la Parabolica que le hizo fallecer a él y a 14 espectadores en el GP de Italia 1961

El 10 de septiembre de 1961, se disputaba la penúltima prueba de la temporada, en aquella carrera se produciría un accidente que dejaría sin aliento a muchas personas. El piloto alemán Wolfgang von Trips era el líder del mundial con 33 puntos en aquel entonces; de haber salido campeón se hubiese convertido en el primer piloto alemán en obtener dicha distinción.

En la entrada de la veloz curva Parabólica, Jim Clark, golpeó con su Lotus, al Ferrari de 'Taffy', el monoplaza del alemán voló por los aires y cayó entre el público, lo que causó la muerte inmediata de 14 espectadores, de los que 12 se encontraban ahí de manera ilegal. El barón alemán, Von Trips, falleció en el acto. Además, cabe destacar que su compañero de equipo Phil Hill, obtuvo el Campeonato. En signo de duelo, Ferrari no disputó la última carrera de esa temporada. Esto supuso el final de la utilización de la sección ovalada de alta velocidad aún sin haber ocurrido el accidente en ella, sino en la entrada a la Parabólica.

El óvalo se utilizó por última vez en los 1000 km de Monza de 1969. No obstante, las altas velocidades que se alcanzaban en el trazado mixto, llevaron al agregado de dos chicanes en 1972. Así aparecen la 'Variante de Ascari', modificada después en 1974, y la 'Variante de Rettifilo'.

Nueve años más después de la muerte de Von Trips, el 5 de septiembre de 1970, otro gran piloto también encontró el fin de su vida en las prácticas del GP de Italia en Monza. Tras una maniobra efectuada para encarar la famosa y fatídica curva Parabólica, su coche quedó bloqueado y su trayectoria continuó en línea recta chocando a gran velocidad contra el muro. Rindt se fracturó ambas piernas, clavándose algunas piezas del monoplaza en el pecho y abdomen. Según Bernie Ecclestone, a Rindt lo llevaron al hospital equivocado y cuando llegó al centro correcto falleció una hora después. Al final de ese año, ningún piloto pudo superar al austríaco en la clasificación general, de este modo, Rindt se convirtió en el primer y único campeón póstumo.

Pero no todo es oscuridad en el trazado italiano, el color dorado de épocas gloriosas, adornan las memorias del autódromo internacional de Monza, durante los años 70, se alcanzaron velocidades vertiginosas en la mayoría de los circuitos, y Monza, no fue la excepción. En la edición del GP de Italia de 1971 Peter Gethin estableció el record de velocidad media absoluta, de una carrera de F1.

Grandes leyendas de la categoría reina del deporte a motor tales como; Jackie Stewart, campeón del mundo ese mismo año, Ronnie Peterson, Mike Hailwood, Graham Hill, John Surtees, Clay Regazzoni, entre otros, asistieron a la cita mediterránea para hacer historia y ser recordados, entre otras cosas, por disputar el GP más reñido de la historia.

La diferencia máxima entre los cinco primero de la carrera fue de 610 milésimas de segundo, tan sólo 10 separaron a Peter Gethin de Peterson, primero y segundo; Françoise Cevert, completó el podio, seguido por Jackie Stewart, Mike Hakood y Howden Ganley. En medio de semjante disputa, Gethin tuvo una velocidad promedio de 242,72 km /h y marcó un record que duraría 32 años para ser batido. Monza, una vez más, nos había sorprendido, al demostrar ser un circuito que lleva a la F1 al límite.

Toda tragedia dentro o fuera de las pistas debe tener el mismo pesar en el corazón de cualquier ser humano, no obstante, hay algunos pilotos que, por sus actos heroicos y por su pasión en las carreras, se ganaron un aprecio especial por parte del público que los sigue. Tal es el caso de Peterson, piloto que, en vida se ganó la simpatía de muchos, y tras morir, rompió el corazón de millones. Su muerte puede ser comparable a la de Gilles Villeneuve, ya que, según muchos, al sueco estaba considerado un campeón sin corona.

Peterson era compañero de Mario Andretti en el equipo Lotus, no obstante, era bien sabida la preferencia del conjunto inglés por el piloto norteamericano, dándole las mejores herramientas mecánicas condicionando a Peterson toda posibilidad de ser campeón, sin embargo, el sueco nunca se resignó y en muchas ocasiones se clasificó por delante de su compañero.

24 coches se alineaban en la parrilla, la bandera se bajó cuando algunos de los coches aún estaban ocupando su posición en parrilla. Al aproximarse a la variante Goodyear, el Arrows de Ricardo Patrese, que se había clasificado 12º, tocó al McLaren de James Hunt, el cual hizo un trompo y chocó con el Lotus de Peterson, que a su vez perdió el control e impactó contra las barreras situadas en la parte derecha de la pista, aplastando el morro de su coche. De inmediato el sueco se vio envuelto en llamas. Hunt salió de su coche y salvó a su colega, pero las múltiples lesiones, ocasionaron una embolia gaseosa que minó la salud del nórdico. El sueco encontraría la muerte aquella triste tarde en Monza.

En total, 53 pilotos de diversas categorías del motor, han fallecido en el templo de la velocidad, un duro precio que el mundo del automovilismo, ha tenido que pagar para contar con la permanencia del trazado italiano.

Debido a tantas fatalidades, los administradores del circuito, lo han modificado para hacerlo más seguro, manteniendo el encantó que enamoró a los fanáticos del deporte a motor. Entre 1976 y 1994, se mantuvo la misma configuración, con una longitud de 5.8 Km, en 1995 se modifica la curva grande y la 2° de Lesmo, luego, tras modificaciones en las chicanas y en la variante Retiffilo, llegamos a la configuración actual.

Monza, nos ha regalado momentos mágicos, luchas épicas como aquella en 1988 entre Ayrton Senna y Alain Prost, días antes, Enzo Ferrari había fallecido, así que ese GP de Italia fue especial para Ferrari; el francés tuvo que retirarse en la vuelta 35 mientras que el brasileño, ahorrando combustible y siendo presionado por los coches del Cavallino, tiene un accidente con Jean-Louis Schlesser; como consecuencia, el equipo italiano triunfa en su propia casa y honra al fallecido 'comendatore' y firma otra carrera histórica en Monza.

No obstante, este mítico trazado da aún de qué hablar en la F1 contemporánea, no podemos olvidar el GP de Italia del 2006, el cual ganó Michael Schumacher y anunció su primer retirada de la F1. Dos años más tarde, su 'pupilo', Sebastian Vettel, en el mismo circuito, consiguió su primer triunfo en la F1 con el equipo Toro Rosso y se convirtió en el piloto más joven en lograr dicha hazaña, récord que mantuvo hasta el 2016.

Schumacher es el piloto con más victorias en Monza, el alemán ganó cinco veces ahí y también se adueñó del record de la carrera más rápida, promediando una velocidad de 247.585 Km/h en la edición del 2003. El récord de pista aún lo tiene Juan Pablo Montoya, el colombiano marcó, en la edición del 2004, 1:19.525 segundos, aunado a esto, durante los libres de la edición del 2005, el latinoamericano alcanzó los 372,6 km/h, la mayor velocidad de un F1 durante un GP. Desde 1950, hasta la actualidad, si exceptuamos 1980, el Autódromo nacional de Monza, albergó el GP de Italia de F1.

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El ganador, Alain Prost, junto a Nelson Piquet (Brabham) y Ayrton Senna (Lotus) tras el GP de Italia 1985

Monza fue el último circuito en el que se le dio al ganador la famosa corona de laurel, aquel afortunado fue Prost, casualmente, es este mismo trazado, el que cuenta con la ceremonia del podio más colorida y excitante de toda la temporada de la F1, con miles de fanáticos invadiendo la recta de meta y vitoreando a los ganadores; independientemente de la preferencia que tengan por algún otro conductor o equipo; esta entrega de trofeos, es la más codiciada por los pilotos, ninguno puede resistirse a los encantos de esta celebración. Pero la entrega y la pasión de la fanaticada en este circuito, ha sido forjada en las carreras de antaño, donde no solo deportistas competían por aquellas excitantes rectas, sino que también lo hacían héroes, verdaderos caballeros surgidos de una F1 romántica, que hicieron todo lo posible por brindar el mejor espectáculo, yendo muchas veces, más allá del límite humano, dando hasta sus propias vidas, mientras luchaban por hacerse con la gloria en la catedral de la velocidad.

Actualmente, intereses de algunas instituciones políticas pueden interferir en la permanencia del circuito de Monza en el calendario, esperemos que ese no sea el caso, para que podamos seguir disfrutando de una de los pocos trazados activos que avivan el verdadero espíritu de la F1.