Corrían los últimos instantes de la Q1. Fernando Alonso, virtualmente eliminado, salía a pista con neumático intermedio, como el resto de la parrilla. Pero las sensaciones no fueron buenas, y antes de completar vuelta volvió a boxes, pidiendo al equipo neumáticos superblandos.

La maniobra se completó en tiempo record, como si un pit stop de carrera se tratase, y el motivo era más que obvio. Fernando debía volar para cruzar la línea de meta antes de la bandera a cuadros y poder dar así una vuelta cronometrada con la que al menos intentar pasar a la Q2.

Desde la radio advirtieron a Fernando que empujase o no llegaba. No hizo falta mucha explicación, Fernando, desde boxes, ya iba a fondo. Y lo consiguió, consiguió llegar a la línea de meta milésimas antes de que el semáforo se pusiera en rojo, tanto, que tuvo que ser el propio Fernando el que tranquilizase al equipo diciendo que él creía que estaba dentro y que la vuelta era buena.

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El resto, nada que no sea habitual en Fernando. El de McLaren tiró al máximo en unas condiciones todavía húmedas para marcar el mejor tiempo, superando en 1,3’’ el tiempo del segundo clasificado, Max Verstappen. En cuanto Fernando cruzó la meta y su nombre apareció en lo más alto de la tabla, el público se puso en pie y rugió con el paso del bicampeón del mundo.

Desafortunadamente, de poco iba a valer y ni con la pole position Fernando Alonso hubiera evitado salir en última posición, lo cual no evita que se viviese un momento realmente memorable, un reconocimiento al piloto asturiano más allá de las fronteras de su país y la viva señal de que el público desea ver al asturiano metido en la lucha con regularidad y no teniendo que tirar de épica para llamar la atención y volver a recordar que sigue aquí.