Desde que Fernando Alonso entrase en la Fórmula 1 allá por el año 2001 con el equipo Minardi, el español acumula 30 victorias, 86 podios, 22 poles, 19 vueltas rápidas y dos títulos mundiales en casi 200 Grandes Premios (197). Todo esto, que al fin y al cabo son solo números, están fundamentados por un dato abrumador que demuestra la cualidad innata que tiene el de Ferrari para maximizar su presencia en pista: en 11 años inmerso en la categoría, siempre ha terminado entre los diez primeros clasificados en la general y ha finalizado el 83,75% de las carreras donde un 72,08% han sido dentro de los puntos. En resumen, un seguro de vida para el equipo que trabaje con él.

La realidad durante todos estos años es que, quizás exceptuando su temporada en McLaren, Alonso nunca ha tenido el monoplaza más rápido de la parrilla pero normalmente –hablamos de las temporadas en las que ha luchado o ganado el Título- ha tenido el bólido más fiable y con esto seguro, dependiendo de la competitividad del mismo, ha podido aspirar a distintos objetivos en cada temporada.

Esta campaña de 2012 se ha unido a las de 2007 y 2010 donde se quedó con la miel en los labios, y hasta la penúltima vuelta en Interlagos se ha asemejado bastante a las de 2005 y 2006 donde consiguió sus dos mundiales.

EL COMIENZO DE UNA ERA

En 2005, el equipo Renault continuaba con la tónica positiva con la que acabó 2004 y daba un paso al frente para convertirse en serio aspirante a ponerle las cosas difíciles a Michael Schumacher en su búsqueda del octavo Título Mundial. Así, con cuatro victorias en las siete primeras pruebas, el español era líder sólido por delante de un Kimi Raikkonen con el McLaren que se convertiría en su peor pesadilla.

Aquella temporada, el asturiano solo se bajó del podio en tres ocasiones (una de ellas en el esperpéntico Gran Premio de Estados Unidos en Indianápolis con seis monoplazas en la parrilla de salida), mientras que el finlandés solo se bajó cuatro veces pero sus retiradas coincidieron con las victorias del español y la consiguiente brecha de puntos.

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Renault y Fernando Alonso celebran el Mundial de 2005

Así, con su tercer puesto en Brasil, se convirtió en el Campeón del Mundo de Fórmula 1 más joven de la historia –ya superado por Lewis Hamilton y Sebastian Vettel- con dos pruebas aún por disputarse. El relevo para el Kaiser tenía nombre y apellidos: Fernando Alonso.

En 2006, Alonso partía esta vez como favorito para revalidar el Título y ejerció como tal con un comienzo aún más arrollador que el de 2005. En las 12 primeras carreras estuvo en los puntos y en diez de ellas en el podio (seis fueron victorias). Su dominio y regularidad solo eran amenazadas por el regreso a la senda del triunfo de Schumacher, que en 2005 se vio eclipsado por Alonso y Raikkonen pero que la siguiente temporada tuvo un Ferrari a la altura de los mejores.

Tanto es así que ambos pilotos llegaban empatados a 116 puntos a la penúltima prueba en Suzuka. Allí, el Ferrari del Kaiser que solía ser infalible, rompió su motor cuando lideraba la prueba por delante de Alonso. El español ganó en Japón y tan solo necesitaba puntuar en Brasil para revalidar el Título si Schumacher ganaba la carrera. Alonso acabó segundo en Interlagos y el heptacampeón, que fue cuarto, no pudo evitar el bicampeonato del asturiano pese a una grandísima temporada.

2007 Y 2010: FALTÓ REMATAR

Siempre se ha dicho que el actual piloto de Ferrari tiene algún Título menos de los que debería tener a estas alturas –por merecimiento- (algo que le ha ocurrido a muchos otros grandes pilotos que, incluso, no han probado las mieles de ser campeón). Esos entorchados no son otros que los de 2007 y 2010.

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Fernando Alonso y Lewis Hamilton en 2007

El de 2007 lo perdieron, conjuntamente, McLaren, Hamilton y él mismo. Las luchas internas entre ambos pilotos propiciaron que Raikkonen recuperase una ventaja a priori insalvable y se proclamase campeón en la última prueba ante el estupor general de ver como un equipo tan grande como el de Woking no había sabido manejar la situación entre sus dos pilotos pese a tener a la mejor pareja y el mejor monoplaza de la parrilla.

En 2010, Alonso llegaba a Ferrari con hambre de títulos después de pasar dos años -2008 y 2009- sin pena ni gloria con Renault, en los que aprendió a foguearse en mitad de parrilla, algo a lo que no estaba del todo acostumbrado y que le sirvió para mejorar en muchas facetas de su pilotaje. Aquella temporada comenzó con victoria y todo parecía de color de rosa, pero nada más lejos de la realidad.

El equipo Red Bull se iba a convertir en la estrella emergente con Vettel a la cabeza. Sin embargo, al igual que ocurriese en McLaren con Alonso y Hamilton, Red Bull tenía un segundo piloto como Mark Webber que era consciente de que tenía la oportunidad de ser campeón y no iba a dejar que nadie se lo impidiese. Las disputas entre ambos pilotos hicieron que el español llegase a tener hasta 31 puntos de ventaja con el alemán, llegando líder a la última prueba del año con 15 de renta.

Lo que parecía seguro para él, se convirtió en una pesadilla al quedarse atrapado detrás de Vitaly Petroven la séptima posición. Ferrari desde el muro y Alonso desde la pista, siguieron la estrategia equivocada copiando la de Webber (que también aspiraba a ganar el campeonato) en vez de la de Vettel que finalmente fue el campeón. Finalmente subcampeón y de nuevo la sensación de haber perdido algo que tenía prácticamente ganado.

2012: LA TEMPORADA MÁS IGUALADA QUE PREMIA LA REGULARIDAD... O NO

Así, consiguiendo ser cuarto la pasada temporada con un F150 que no daba para mucho, pero que se quedó a tan solo un punto del Red Bull de Webber, llegó el año 2012 y la temporada más igualada vista hasta el momento en toda la historia de la Fórmula 1. Con siete ganadores distintos en las siete primeras carreras –ocho finalmente con la victoria de Raikkonen en Brasil- y los Pirelli como protagonistas destacados, la regularidad se convirtió en un factor casi capital, pero no decisivo en este 2012.

Tener el coche más rápido no sirve si no es fiable, y es lo que les ocurrió a Mercedes en el primer tercio de temporada y seguidamente a Red Bull y McLaren. Por detrás el equipo Lotus, fiable pero demasiado intermitente, que ha luchado hasta el final por un Campeonato que podía deparar cualquier cosa y del que el piloto finlandés se ha llevado una tercera posición muy meritoria en su regreso y ha sido el único que ha finalizado todas y cada una de las pruebas.

En toda esta vorágine, aparece Alonso y su F2012, que a principio de temporada vagaba por los circuitos, que poco a poco encontró la senda siendo capaz de plantar cara a los McLaren y Red Bull consiguiendo puntos, podios y victorias pero que, tras el verano, vio como sus grandes rivales daban un gran salto hacia delante que en la Scuderia no eran capaces de combatir.

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Fernando Alonso en el Gran Premio de Alemania 2012

Además, una temporada impoluta hasta Hungría donde la regularidad fue su santo y seña, se vio truncada en Spa y Suzuka donde sendos abandonos, sumados al dominio emergente de McLaren y Red Bull, reducían la ventaja del asturiano. Renta que se desvaneció carrera a carrera y que tras Corea desapareció por completo.

A partir de ahí, siempre a remolque: clasificaciones mediocres para un equipo que intentaba luchar por el Campeonato de Pilotos y carreras plagadas de remontadas imposibles y a la espera de fallos de los rivales para rascar podios en cada carrera de la segunda mitad –salvo en las dos que abandonó-. En cualquier otro caso, estos resultados serían más que suficientes para hacerse con el Título pero no si tienes frente a ti a un equipo como Red Bull y a un piloto como Vettel: casi infalibles.

Tan solo la filosofía de rozar el límite de su monoplaza y la de no rendirse de Alonso, le han permitido luchar hasta el final contra los austríacos. Los alternadores y el fallo con la gasolina en Abu Dhabi han dado alas –en este caso- al asturiano. Pero el dominio del RB8 desde Singapur con cuatro victorias consecutivas no permitía ningún tipo de error. Con ínfimas posibilidades de lograr el tricampeonato, Alonso llegó Brasil con absolutamente nada de presión ya que, si no ocurría algo extraordinario, Vettel sería el Campeón del Mundo 2012.

La carrera loca en Interlagos no faltó a su cita y, en algunos momentos de la misma, el de Ferrari era virtual campeón pero la suerte no terminó de estar de su lado y la lógica de la temporada terminó por imponerse. Tres puntos, tan solo, (281 por 278) han separado a estos dos grandes pilotos. Vettel ha ganado esta batalla y entra en el club de los cinco pilotos que tienen tres Campeonatos del Mundo: Jack Brabham, Jackie Stewart, Niki Lauda, Ayrton Senna y Nelson Piquet.

Además, se convierte en el tricampeón más joven de la historia arrebatándole dicho record a Senna y se une a un todavía más selecto club formado por Schumacher y Juan Manuel Fangio, los únicos pilotos en lograr tres o más Campeonatos consecutivos.

2013: MARCAR TERRITORIO NO ES SUFICIENTE

A la sombra de estos números se queda una vez más, Alonso, rey sin corona que para la gran mayoría es el mejor piloto de la parrilla actual y uno de los mejores de la historia de este deporte. Él mismo resume así la temporada 2012: "Nunca he tenido el cariño y respeto de todo el mundo de la Fórmula 1. Es la primera vez que he puesto de acuerdo a pilotos, ex pilotos, equipos, aficionados, de Inglaterra, de Francia, de Alemania, de España, en decir que habíamos hecho el mejor Campeonato".

Con esta premisa, Ferrari trabaja en preparar una buena máquina para 2013 y devolver al asturiano el trono que moralmente le pertenece desde hace años. De momento, el chico maravillas, Adrian Newey y unos fantásticos diseños, lo han puesto en jaque durante los últimos tres años y amenazan con marcar una era. ¿Podrán en Maranello diseñar la 'kriptonita' de Red Bull? Solo el tiempo lo dirá.

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