Alessandro Zanardi puede presumir de haber salido con vida de sendos accidentes que han marcado el automovilismo en dos de sus modalidades más importantes: la de circuitos europeos (la Fórmula 1) y los ovales americanos (en la Champ Car).

El italiano disputó cuarenta y cuatro carreras en Fórmula 1 y, aunque no ganó ninguna, su nombre es un clásico de este deporte en los años 90. Esta temporada se cumplirán veinte años de uno de sus accidentes más terribles: ocurrió nada más y nada menos que en la siempre temida y adorada combinación de curvas de Eau Rouge y Raidillon, en Spa-Francorchamps.

EL ACCIDENTE DE SPA

Eran otros tiempos (frase típica pero efectiva): Michael Schumacher ponía cara de circunstancia cuando se le preguntaba sobre los rumores que situaban a Ayrton Senna como su compañero de equipo en Benetton en 1994 y respondía: "Ni me planteo correr junto a Senna". Alain Prost iba camino de su cuarto Título Mundial mientras General Motors vendía la mítica Lotus a Bugatti. Era el último fin de semana de agosto de 1993 y Renault esperaba (y consiguió) celebrar ese fin de semana su 50ª victoria en Fórmula 1.

En aquella época los circuitos eran bien distintos: todavía quedaban escapatorias precarias y vallas de protección de hierro muy cerca de curvas rápidas y peligrosas. Spa-Francorchamps seguía siendo esa montaña rusa de las Ardenas hecha a base de carreteras convencionales reconvertidas a circuito de velocidad. Eau Rouge era un auténtico túnel bordeado de muros. Las protecciones firmes todavía no se habían retirado como en la actualidad, y desde luego no existían las escapatorias asfaltadas.

Era el viernes 27 de agosto y se disputaban las sesiones libres del Gran Premio de Bélgica. Zanardi empezó su cuarta vuelta tras haberse tocado ligeramente con el Benetton de Riccardo Patrese en la Parada del Autobús. Cuando ascendía con su Lotus la mítica Eau Rouge, tras pasar el puente sobre el famoso manantial de aguas rojas, su monoplaza tomó una trayectoria errónea. Al tratar de corregirla, el coche se descontroló y se dirigió directa y lateralmente contra las barreras metálicas. A toda velocidad. 270 kilómetros por hora, dijeron algunos medios de comunicación.

El Lotus sufrió un conato de incendio, una leve explosión, estuvo a punto de volcar y liberó toda la fuerza del impacto dando vueltas sobre sí, tendiendo al piloto sobre el volante por la fuerza centrífuga, con los brazos por fuera del habitáculo. El golpe rompió el casco de Zanardi y uno de sus dientes se partió. El Lotus continuó su viaje alocado atravesando la pista y chocando contras las protecciones exteriores tras frenarse con la escapatoria de tierra. El italiano quedó conmocionado cuando las asistencias llegaron a socorrerle. Todos temían lo peor.

SID WATKINS: "PARECÍA UNA GUERRA"

Caos. Cuando un accidente fuera de lo normal ocurre, el caos se apodera de casi todo. Las asistencias corrían a socorrer a Zanardi mientras los comisarios se esforzaban por agitar enérgicamente las dobles banderas amarillas para avisar al resto de participantes. El primero en llegar fue el McLaren de Michael Andretti. Tuvo que bloquear las ruedas para frenar a tiempo. Justo detrás, Senna, que veía imposible evitar el toque con su compañero de equipo, que se había parado en la pista, tuvo que hacer un trompo a toda velocidad; se quedó a escasos tres metros del monoplaza destrozado de Zanardi.

Las escenas siguientes fueron dantescas. "Parecía una guerra", aseguró el inolvidable Profesor Sid Watkins. "Había trozos de suspensiones, carrocerías… Las ruedas venían hacia nosotros… Fue horroroso". La Fórmula 1 no vivía algo similar desde el tremendo choque de Martin Donelly durante las pruebas en Jerez de la Frontera (España) tres años antes, en 1990, pilotando también un Lotus. Watkins fue más allá: "Ha sido peor. Sólo lo puedo comparar con el choque de Jody Scheckter en Monza 78".

Los médicos consiguieron rescatar a Zanardi para trasladarlo en helicóptero hasta la Universidad de Liège. Allí se confirmaron las buenas noticias: pese a una leve conmoción fruto del tremendo golpe; el resistente chasis del monoplaza había salvado su vida. No tenía ni un hueso roto. Los brazos y su cabeza, cuello incluido, fueron las partes de su cuerpo menos protegidas, y aun así se libró con el ya comentado diente roto, algún corte en la nariz y dolores en las cervicales. Todo el mundo respiró, aunque el italiano se perdió el resto de la temporada y el inicio de la siguiente.

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Los comisarios retiran el monoplaza de Zanardi

Eau Rouge no volvió a ser la misma. En 1994, tras los accidentes de Rubens Barrichello, Roland Ratzenberger y Senna en Imola, se instaló una horrenda chicane provisional. Justo en esa época el gobierno belga empezó a desarrollar las infraestructuras de la zona, construyendo puentes y nuevas carreteras, permitiendo que Spa-Francorchamps pasara a ser un circuito permanente y cada vez menos transitado por vehículos privados el resto del año, lo que permitió ser modificado para mejorar su seguridad.

Eso no evitó que otros pilotos también sufrieran las duras consecuencias de salirse de la pista en esta curva, con especial mención a los problemas sufridos por el equipo BAR, cuyos pilotos (Ricardo Zonta y Jacques Villeneuve) tuvieron tres accidentes fuertes en este punto en 1999. Villeneuve llegó a dar una vuelta de campana, mientras que el último choque de Zonta recordó demasiado al choque de Zanardi, seis años atrás. Más tarde se supo que ambos pilotos habían intentado retarse mutuamente para ver quién pasaba esa desafiante zona sin levantar el pie del acelerador. Ninguno ganó.

LAUSITZRING NO ES EL FINAL

Zanardi sólo logró un punto en la Fórmula 1 -(Gran Premio de Brasil de 1993, sexto-. Tras irse a Estados Unidos para competir en la Champ Car en 1996 (ganó en 1997 y 1998), regresó en 1999 de la mano de Williams. Pero tampoco pudo demostrar mucho por la falta de rendimiento del equipo. Así que regresó al campeonato norteamericano para correr con Mo Nunn Racing en 2001, año en que se produjo su segundo peor accidente: perdió ambas piernas en el EuroSpeed de Lausitzring, el 15 de septiembre, en Alemania.

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Accidente de Zanardi en Lausitzring

Afortunadamente los médicos salvaron su vida. Lejos de retirarse definitivamente, Zanardi se recuperó, diseñó y construyó sus propias piernas ortopédicas (odiaba las que vendían en las tiendas) con las que sentirse cómodo para volver a las pistas. Sólo dos años después de su tremendo accidente, regresó al asfalto en el que casi pierde la vida para marcar un competitivo tiempo que le animó a volver a la competición profesional con nuevos sistemas de aceleradores y frenos adaptados a sus piernas ortopédicas. Su primera carrera tras el accidente de Lausitzring fue en Monza, a bordo de un BMW 320i. Ese año terminó el Campeonato Mundial de Turismos en décima posición.

A finales de 2009 se retiró definitivamente, aunque volvió a subirse a un Fórmula 1 de la mano de BMW Sauber en Valencia, durante unos entrenamientos en los que dispuso de controles adaptados en el volante del monoplaza. Él no quería volver a la Fórmula 1; simplemente haber tenido la oportunidad de volver a correr en uno era para él un premio: "Sólo tener esta oportunidad es increíble", comentó feliz y satisfecho.

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Zanardi se subió al BMW Sauber en 2006

MEDALLA DE ORO

Pero la historia de Zanardi va más allá del automovilismo. Es una historia de superación plena, una lección de humildad, una prueba del sacrificio y el esfuerzo que un ser humano es capaz de hacer. Tras abandonar su carrera de piloto profesional, comenzó a competir en el llamado ciclismo manual o 'handcycling', logrando varias victorias y actuaciones muy meritorias, como en el New York City Marathon.

La cima de su carrera probablemente llegó con la medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de Londres en la modalidad de ciclismo categoría H4 de contrarreloj, el 5 de septiembre del año pasado. Zanardi llegó a la meta casi medio minuto por delante del medalla de plata, Norbert Mosandl. Y lo hizo en Brands Hatch, el circuito que le vio correr en la F3000 en sus primeros años de competición, más de dos décadas atrás.

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Medalla de oro para Zanardi

Y no sólo eso: también ganó la medalla de oro en la categoría de fondo y la de plata en la de relevo por equipos. Zanardi demostró cómo en ocasiones el esfuerzo tiene sus recompensas, administrando perfectamente su capacidad de adaptación fruto de años de competición y sacrificios. Una verdadera historia de superación y valía.