Cuesta imaginarse a una gente como la estadounidense, acostumbrada a hacer de casi todo un espectáculo, sentada en las gradas del Circuito de las Américas pensando en estrategias conservadoras. Cuesta imaginárselos comentando la importancia de correr menos para preservar los neumáticos hasta el final de la carrera. Cuesta imaginarse a los estadounidenses conformándose con unos simples “roscos” firmados por el ganador al final de la carrera como el momento más impresionante del fin de semana. Cuesta imaginarlos celebrando la monotonía de las ocho victorias consecutivas de un mismo piloto.

Aunque no es la repetición en el podio el problema: el mismo día en que Vettel ganaba en Austin, Jimmie Johnson se proclamaba campeón de la NASCAR por sexta vez al llegar vigésimo segundo a la meta de la Ford EcoBoost 400, suficiente para conseguir el trofeo por excelencia en Norteamérica. A Johnson todavía le conocen como el de “Las Cinco Veces”, por ganar cinco campeonatos consecutivos entre 2006 y 2010, cuando Vettel todavía no había ganado un mundial de Fórmula 1 (lo hizo a finales de ese 2010). Así que el problema no es que haya un dominador absoluto, pues saben convertir en leyenda (como lo son Dale Earnhard o Richard Petty) a pilotos consagrados. El problema es que no haya espectáculo en la pista, que es el alimento que les anima a apasionarse por algo.

UN ESPEJISMO

En ese sentido, desde luego la carrera de Austin fue un gran problema: no fue tan divertida como la del año anterior. No hubo tantas luchas ni adelantamientos (casi setenta en 2012), y en ocasiones podría decirse que la prueba fue realmente aburrida. Flaco favor para un país que no termina de enamorarse de este deporte y cuyos flirteos con él han sido siempre infructuosos o fallidos, cuando no erróneos o vergonzantes. Quizá sea verdad que falte ese representante local que anime del todo a los aficionados más reticentes. Pero con todo fue esperanzador (e incluso desconcertante) ver esas gradas repletas de ruido, colorido, animación y pasión hasta la última vuelta, con un mundial decidido y en plena era RBR.

Entonces ¿funciona? ¿Es la Fórmula 1 un deporte de masas en Estados Unidos? Craso error. Todavía hay que buscar y rebuscar en los medios estadounidenses para encontrar crónicas, noticias y notas relativas a la Fórmula 1. No hay portadas, no hay secciones fijas en los principales medios, fotografías ni “trending topics”. Es como un espejismo que nace y muere en Texas cada año. Y carreras como las de ayer no harán cambiar la situación en un país que respira el espectáculo como el aire.

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EQUILIBRIO

Otros dirán que mejor, que para ver accidentes y coches de seguridad alterando la competición natural de una carrera, nos quedamos como estamos. Es la visión europea de las carreras, totalmente respetable. Al final, quizá y como siempre, lo ideal sería lograr un equilibrio en el que no tengamos que ver carreras con guiones predecibles que se cumplen hasta en el más mínimo detalle ni tantos accidentes como en las competiciones americanas, sino adelantamientos y luchas limpias.

Y es que Vettel sólo perdió la primera posición durante los escasos momentos en que esperó a que Grosjean hiciera su parada. Ni las advertencias de su equipo para que cuidara los neumáticos le impidieron marcar la vuelta más rápida de la carrera en el último giro, algo que se está convirtiendo en marca de la casa, como los roscos en la vuelta de honor, que parece que no faltarán hasta el final del año ahora que no hay mucha preocupación por romper la caja de cambios u otros componentes mecánicos.

Grosjean realizó una buena carrera y pudo entrar en una más que meritoria segunda posición a 6,2 segundos, firmando su sexto podio de la temporada: “Tuve que pilotar mejor que nunca para contener a Webber. Ha estado genial ganar a uno de los toros en Texas, pues claramente tienen el mejor conjunto”, decía eufórico el piloto de Lotus. Mark Webber, que en la misma salida (como viene siendo habitual desde hace años) perdió su posición inicial, no pudo recuperarla y completó el podio en su último cajón: “Han venido amigos y familiares aquí, así que está bien tener un buen resultado", comentó el australiano satisfecho.

EL PELOTÓN

Fuera del podio, el primero en llegar fue Lewis Hamilton ("Estoy muy contento con mi posición; ha estado bien luchar por posiciones y progresar"), gracias a una estrategia más conservadora que Fernando Alonso: "Tuve una buena salida", comentaba el inglés de Mercedes, "y eso era crucial para nuestra estrategia, para terminar por delante de los Ferrari".

Un Ferrari, el del español, que no pudo completar sus ataques al inglés de Mercedes e incluso tuvo que sudar tinta frente a un correoso Nico Hulkenberg, que le peleó el quinto puesto hasta la bandera de cuadros, con bonitos adelantamientos y luchas limpias: “A falta de unas diez o quince vueltas, no tuvimos el ritmo de Fernando, así que nos adelantó”, comentaba Nico. "En la última vuelta le pasé en la primera curva, pero perdí el vértice y me recuperó la posición. Aun así terminamos sólo a unos dos segundos de nuestros rivales y es un gran resultado".

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Detrás de un sólido Sergio Pérez, Valtteri Bottas lograba sus primeros puntos en Fórmula 1 con Williams al terminar octavo. La octava victoria consecutiva de Vettel (la duodécima del año) no le quita motivación para lograr la novena, con la que igualaría el récord de victorias consecutivas en Fórmula 1, todavía en manos de Alberto Ascari entre las temporadas de 1952 y 1953 (sin contar la Indy 500).

DE LO QUE HABLARÁN EN EL FUTURO

Pero lo cierto, opiniones estadounidenses aparte, es que Sebastian Vettel y Red Bull Racing están haciendo historia. La llevan escribiendo desde hace años, y cada día es una página de oro que la Fórmula 1 recordará durante mucho tiempo. Consciente es el joven tetracampeón mundial, dispuesto a destrozar el mayor mito viviente (en cuanto a récords se refiere) de este deporte: Michael Schumacher.

Tan consciente es que tras ganar la carrera quiso que su gente saboreara plenamente esos momentos,porque no durarán eternamente”, aseguró por la radio todavía dando la vuelta de honor frente a unas gradas repletas de privilegiados espectadores que, con o sin adelantamientos, vivieron un episodio del que se hablará en el futuro, como el mismo piloto apuntó desde su habitáculo. Porque si hoy recordamos leyendas como Farina, Fangio, Ascari, Brabham, Prost o Senna, en el futuro recordarán a Vettel.

Sebastian dice que al día siguiente de ganar es cuando uno se da cuenta de lo que ha conseguido. Así que suponemos que hoy debe de haber empezado a comprender lo que significó su victoria en Austin. A muchos les pasará lo mismo y tendrán que esperar algunos años, pues la historia se valora más con la perspectiva del tiempo.

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