Era un proyecto realmente avanzando. El Gran Premio de Dinamarca había establecido su base en la ciudad de Copenhague, donde se estaba trabajando en un trazado urbano que fuese altamente atractivo.

Ya habían aprobado los primeros trámites de la FIA, con la aprobación personal de Charlie Withing y donde Hermann Tilke, cómo no, ya estaba trabajando en el proyecto. También se contaba con la aprobación de la ciudad, que solo había pedido que no le costara dinero al contribuyente.

Sin embargo, todo ha dado un giro inesperado, o quizás no tanto, un nuevo rumbo que ha hecho renunciar a los responsables del proyecto. “Estabamos listos para traer la Fórmula 1 nuestro país, pero nos hemos dado cuenta de que la esperada contribución pública, no va a ocurrir. Estoy muy decepcionado, pues habíamos trabajado duro para traer la carrera a Copenhague.”, afirmaba Frank Jensen al medio local Ekstrabladet.

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Los promotores del evento esperaban apoyo económico, no a nivel local, tal y como rezaba el acuerdo, pero sí a nivel estatal. Tras meses de negociación, finalmente se dijo que ese dinero no iba a llegar, lo que enfadó a varios empresarios que llevaban tiempo tras el proyecto, pues aseguran que es una decisión puramente política que se podía haber tomado ya hace un año, ahorrándoles un montón de horas de trabajo e incluso varios millones de euros.

Lars Christenen, uno de los empresarios involucrados, usaba las redes sociales para afirmar que la decisión ha sido puramente política, sin evaluar las ventajas y desventajas que el proyecto iba a tener para la ciudad en particular y para el país en general. Lars también se mostró enfadado con Frank Jensen, que cree que aun se podía haber luchado por el proyecto en lugar de renunciar completamente a él.

Los aficionados daneses, aprovechando la presencia de Jan Magnussen en Fórmula 1, confiaban en que esta vez sí, iban a ser anfitriones. Y muchos de ellos se niegan a renunciar al sueño, motivo por el que han recogido firmas para que se siga adelante con el proyecto, intentando de paso tumbar uno de los pilares en los que se ha basado el rechazo, la falta de apoyo popular.