La Fórmula 1 es un deporte europeo. Aunque Bernie Ecclestone está impulsando como nunca su internacionalización. Aunque se le ha criticado duramente por dejar a un lado los aspectos más históricos y tradicionales (no le duelen prendas a la hora de deshacerse de circuito míticos si es necesario para abrir nuevos mercados), la verdad es que ha expandido la Fórmula 1 por todo el planeta. Pero Estados Unidos ha sido una conquista fallida. Hasta ahora.

Lejos quedan los días de Indianápolis, su gran intento, donde se construyó un trazado interior a propósito. Y es que la relación del Gran Circo con Estados Unidos ha sido durante toda la historia tormentosa. Una especie de odio y amor que nunca terminó de cuajar. Cuando parecía que Indianápolis se había asentado definitivamente en el calendario, el triste episodio de Michelin y Bridgestone en 2005 dio la puntilla que hirió de muerte a la afición, aunque se celebraron dos carreras más. Pero no volvió a ser lo mismo. Y por eso Lewis Hamilton sigue siendo, de momento, el último ganador de un Gran Premio de Estados Unidos. Pero este fin de semana podría cambiar la historia.

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Último podio en Estados Unidos: Hamilton, Alonso y Massa

TILKE SE REINVENTA

Casi 230.00 aficionados en las gradas es una cifra récord de la que pocos circuitos europeos puede presumir. Pero el impresionante complejo de Indianápolis albergaba a principios de siglo estas cifras para ver las hazañas de los pilotos sobre la pista. El Circuito de las Américas tiene menos de la mitad de capacidad de espectadores que Indianápolis, unos cien mil. Como contrapartida, y al contrario que el insulso 'infield' Indianápolis, en su interior, un a priori interesante trazado, típicamente Hermann Tilke en algunos aspectos básicos, pero con novedades respecto a los autódromos diseñados por el alemán.

Nos encontramos así con una pequeña recta de meta que desemboca en un vértice típicamente Tilke; más allá, también con el sello inconfundible del arquitecto, otra larga recta que también desemboca en otro vértice cerrado. Es su filosofía: provocar adelantamientos en frenada tras zonas muy rápidas sin curvas. Pero entre estas dos rectas tenemos una sección de eses enlazadas cuya comparación con las famosas Becketts y Maggots de Silverstone está en boca de todos. Otros los comparan más con la pista japonesa: "Se parece a las eses de Suzuka", asegura Rémi Taffin, jefe de operaciones en la pista de Renault Sport F1.

Los grandes desniveles son inéditos en una pista diseñada por Tilke. Hay otras secciones que recuerdan también a otros circuitos, como la que va desde la 12ª curva a la 16ª, que asemejan al Motodrom de Hockenheimring. Sin olvidarnos de la sobrevalorada curva ocho de Estambul, dicen que representada en sentido inverso entre las curvas 16ª y 18ª de Austin. Por imaginar y buscar semejanzas, podemos hasta ver en la primera curva ciega de Austin, una espectacular subida, la última curva del madrileño circuito del Jarama; eso sí: en sentido contrario. En realidad parece querer emular la primera curva del otrora llamado A1-Ring de Spielberg, en Austria.

VETTEL, A UN PASO DE STEWART

Pero Austin es Austin. Y lo que está claro es que el estreno del circuito estará marcado por el duelo entre Fernando Alonsoy Sebastian Vettel. El de Red Bull tiene todas las papeletas para proseguir con su viaje hacia el tricampeonato, pero todos saben que el español no se rinde en ningún momento. Niki Lauda lo tiene claro: "Ferrari no puede competir con Red Bull". El pilotaje magistral del español no puede compensar las carencias de su máquina que, a pesar de todo, ha mejorado considerablemente a lo largo del año.

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Sebastian Vettel y Fernando Alonso luchan por lograr el Mundial

Pero en Fórmula 1 no importan los méritos, sino los puntos, y en ese sentido los de Christian Horner van ganando. Y tampoco es desdeñable su mérito de recomponerse tras una reglamentación pensada para cortarles literalmente las alas. La cita norteamericana será muy especial para Vettel: será su carrera número cien. "Es mucho, un numero muy grande", piensa el alemán, quizá recordando que Jackie Stewart se retiró tras participar en 99 carreras y acumular tres campeonatos mundiales en su haber.

PIRELLI, AUNQUE UN NUEVO RETO

Los simuladores han echado chispas en todas las escuderías; los pilotos deben aprenderse cada centímetro de la pista para no tener sorpresas. El viernes será muy importante, pues se empezará a acumular datos que hasta ahora no existen sobre velocidades y demás variables. Pirelli llevará los neumáticos duros y medios: "Según nuestra inspección a la pista y las simulaciones, estos compuestos son los que mejor se adaptarán a las condiciones del asfalto", asegura Paul Hembery, direector de Pirelli Motorsport. "Tner una buena tracción en un circuito de alta velocidad será determinante", advierte.

Aunque muchos temen el comportamiento de los Pirelli en una pista nueva, Hembery recuerda que el año pasado lidiaron perfectamente con el mismo problema en todas las carreras, pues fue su primera temporada. "El año pasado prácticamente todos los circuitos nos eran nuevos, así que no nos preocupamos". No se esperan lluvias, pero Pirelli llevará los verdes intermedios y los azules de plena lluvia.

PREPAREN LOS LIBROS DE HISTORIA

"Es una locura que la última vez que corrimos en Estados Unidos fuera en 2007, cuando gané mi segunda carrera en Fórmula 1. Parece que fue ayer", asegura Hamilton, hasta ahora el último ganador de un Gran Premio estadounidense. "Fue increíble". La penúltima cita del año espera dejar un buen sabor de boca a todos los aficionados, tanto presentes en el circuito como en los sofás de sus casas. "Siempre he dicho que la presencia de la F1 en Estados Unidos es crucial", asegura Martin Whitmarsh.

Todo está, pues, listo para que la Fórmula 1 vuelva a rugir en Estados Unidos. Todo está listo para la reconquista. Todo está listo para abrir los libros de historia y seguir escribiendo. Un regreso muy esperado que, si todo va según lo previsto, abrirá las puertas a otras carreras en el futuro. Austin, en Texas, ha hecho los deberes y espera la llegada del Gran Circo. Y allí vamos.