Nuestros lectores lo saben muy bien: un coche sirve para mucho más que para desplazarse de un punto A hasta un punto B. El modelo que presentamos hoy es la enésima prueba de esta máxima que escandaliza a unos y da sentido a la vida de otros. Se llama Hurtan y es algo así como un clásico construido hoy con las técnicas de ayer; madera, piel y lona replegada para devolvernos a los años 50 y sus placenteros paseos motorizados en medio de la naturaleza.

Conducción
Guiar el Albaycín por reviradas carreteras de montaña es una experiencia muy distinta a hacerlo con cualquier otro vehículo. La fisonomía de las puertas nos deja ver cómo discurre el asfalto justo a nuestro lado, e incrementa la sensación de velocidad. Los retrovisores, sin embargo, están anclados al capó, y más allá del motor. Cuesta incluso ver a través de ellos, y cualquier regulación debe hacerse antes de emprender la marcha, porque la distancia impide hacerlo mientras se circula. En todo caso, a nosotros nos ha gustado: es un detalle retro y además refuerza la sensación de que el morro, ya de por sí muy alargado, es verdaderamente inacabable.

No es un coche para ir rápido, y tampoco tendría sentido concebirlo así. Por el contrario, en sensaciones sí saca muy buenas notas. Hay que saber afrontar las curvas si no queremos adornar nuestro paso con sonoros chirridos y quizá alguna situación de peligro. Para resumir, durante nuestro recorrido de pruebas nos adaptamos a la conducción de este ‘neoclásico’ y las satisfacciones cubrieron con mucho la falta de velocidad. Si alguien piensa que la herencia mecánica de Renault se transmite a la conducción, que lo olvide; todos los tactos resultan genuinos y agradables.

Por último, y para disipar dudas, con este coche se puede viajar hasta a 120 kilómetros/hora sin excesivos ruidos aerodinámicos. Desde luego, en este sentido está lejos de un Mercedes CLK Cabrio, por ejemplo, pero nos sorprendió con niveles sonoros claramente inferiores a los de un Lotus Elise, para no ir más lejos. Si le quitamos la capota de lona (una operación manual que puede costarnos un par de minutos para completarla) las sensaciones son igualmente positivas, en parte gracias a unos deflectores muy bien ‘copiados’ al Morgan 4/4.

Mecánica
El motor de gasolina que impulsa al Hurtan es el mismo 1.6 de 110 caballos que empezó a montar el Clio en su primera generación y que todavía hoy se encuentra en la gama del utilitario francés. Ubicado en posición delantera transversal, está asociado a la caja de cambios de cinco velocidades que también monta el Clio. Ni uno ni otra merecen críticas importantes, porque cumplen sobradamente con su cometido. Quizá nos hubiera gustado que el motor estuviera un poco más lleno a bajos regímenes, pero al menos así tenemos el motivo para estirar un poco las marchas y escuchar el sonido del motor.

Por otro lado, el esquema de suspensiones también es compartido con el Clio: columnas McPherson delante y brazo tirado atrás. Su funcionamiento es correcto, aunque sería aún mejor con otro reparto de pesos; sea como fuere, se trata de un rasgo de la personalidad de este Hurtan. Ni el conjunto llantas-neumáticos ni la propia carrocería aconsejan una conducción agresiva, así que el conjunto mecánico es plenamente armónico.

Seguridad
Hay mejores coches con los que sufrir un impacto frontal a 80 kilómetros/hora, pero el Albaycín es inseguro por concepto y nos parece lógico que falle en este apartado. En su defensa diremos que ninguno de sus competidores, clásicos o actuales, le superan con claridad. No se le puede pedir más a un coche construido con paneles de fibra y con volante de madera, y tampoco creemos que sea un handicap en un coche dirigido al placer y no a la practicidad.

Confort
Sentarse en el Hurtan y transportarse a los años 50 es todo una misma cosa. Se nota que los interiores están hechos con mimo artesanal: cuero para los asientos y para el guarnecido de las puertas, madera auténtica en el salpicadero, interruptores a la antigua... La postura de conducción nos pareció muy confortable, más incluso que la del Renault Clio con el que comparte base mecánica, y hasta los pequeños defectos en el tapizado de la palanca de cambios tienen un sabor especial, ya que en el Albaycín todo es cuidadosa manufactura. El aire acondicionado forma parte del equipamiento opcional, al igual que las llantas de radios y la tapicería de cuero, lo que puede aumentar el precio del Albaycín hasta casi los 40.000 euros. Sí es equipamiento de serie la dirección asistida, las barras antivuelcos, el ABS o los faros antiniebla, aunque la dotación que más nos satisface es el ambiente retro que se respira a bordo. Hay pocos coches que transmitan tanto de un solo vistazo al salpicadero.

Ecología
El motor del Hurtan Albaycín todavía se puede comprar con la carrocería de un Renault Clio, así que no podemos negar que se trata de una mecánica contemporánea. Emite 179 gramos de dióxido de carbono por kilómetro recorrido, una marca perfectamente aceptable para un coche enfocado a los paseos más que a los viajes. El consumo real se acerca a los 8 litros a los 100, de nuevo cifras correctas. Evidentemente, hay coches más eficientes en el mercado, pero también los hay (y muchos) que se visten de ecológicos sin serlo en realidad. Probablemente, el comprador potencial del Albaycín dudará entre comprar este modelo u otros que seguramente tendrán emisiones y consumos mayores, así que merece nuestro aprobado sin vacilaciones.

Valor de compra
Las sensaciones vividas a bordo del Albaycín nos empujan a recomendarlo vivamente. Los costes de mantenimiento son necesariamente bajos, porque su base mecánica es sencilla y conocida, y la reventa es otro de sus puntos favorables, dado que pierde poco valor con el tiempo. Si queremos buscar un lado negativo, los más puristas dirán que un Morgan 4/4 de 117 caballos cuesta 42.765 euros, unos 6.000 más que el Hurtan, y que atesora mayor valor como clásico. Sin embargo, con independencia del presupuesto, el Albaycín tiene el encanto de ser un coche de producción nacional, y un funcionamiento plenamente satisfactorio.

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