La casa de subastas británica Bonhams intentará buscarle un nuevo hogar al Maserati Boomerang cuando lo subaste en septiembre en el Castillo de Chantilly. El peculiar prototipo, una de las obras más famosas de Giorgetto Giugiaro y su estudio Italdesign, busca un quinto dueño que lo preserve incólume como se merece esta importante pieza de la historia tanto de la marca como del diseñador.

No es para menos: cuando se presentó en el Salón de Turín de 1971, el Boomerang consolidó la nueva concepción del diseño automovilístico cuya definición se disputaban tres años atrás Marcelo Gandini y Giugiaro con sus respectivos prototipos Alfa Romeo Carabo y Bizzarrini Manta.

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Su carrocería con forma de cuña o estilete -os sonará por su denominación en inglés, wedge design- se plasmó no solo en ejercicios estilísticos y deportivos de calle coetáneos, sino también en otros posteriores hasta que en los noventa regresaron las siluetas curvadas.

Tan original como el exterior resulta su habitáculo, presidido por el característico cuadro de instrumentos incorporado al volante. A pesar de sus dimensiones interiores, este espacio acoge a los ocupantes con una notable luminosidad que se filtra a través de las múltiples superficies acristaladas presentes incluso en las puertas -las ventanillas se dividen en dos piezas: la superior fija y la inferior ajustable-.

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El Boomerang se impulsa con el motor del acabado básico del Maserati Bora o Tipo 117: un V8 de 4,7 litros que produce 310 CV. Como en el modelo de producción en serie, se coloca en posición central y le permite al prototipo subir la aguja del velocímetro hasta los 300 km/h.

Tras su aparición en Turín, el vehículo concatenó estrenos en otras ferias del automóvil que terminaron con el Salón de Barcelona de 1973. Allí se quedó hasta que se vendió a un habitante de Benidorm, pero la estancia le duró poco. En 1980 pasó a manos de un coleccionista alemán amante de Maserati, que quiso reemplazar su maqueta por un ejemplar a escala real.

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Durante los siguientes doce años inició su trayectoria como estrella en concursos de elegancia y eventos del automóvil. El propio Giugiaro se reencontró con el Boomerang en el parisino de Bagatelle en 1990. Su visión lo conmovió tanto que rubricó el panel entre los pilotos traseros para que quedara constancia del momento.

En 2002 volvió a venderse a otro dueño que se encargó de restaurarlo en profundidad y acondicionarlo para un uso más intensivo en las vías públicas. Su actual conservador lo adquirió en 2005, lo matriculó en el departamento galo de los Alpes Marítimos (06) e hizo que le añadieran el logotipo lateral "77" -las iniciales con las que firmaba Giugiaro- y el enorme tridente del morro.

En esta década, el Boomerang se ha exhibido en numerosos certámenes de prestigio, desde Villa d'Este hasta la celebración en septiembre de 2014 del centenario de Maserati en Turín de la que se llevó un premio. Ese mismo año se concedió el capricho de decorar una campaña publicitaria de Louis Vuitton.