Los agentes de Ohio, en Estados Unidos, están acostumbrados a lidiar con todo tipo de delincuentes, también en carretera. Sin embargo, todavía no dan crédito de su última intervención, realizada la pasada semana. Un niño de sólo 10 años huía a toda velocidad en el coche de su padre que esa misma mañana, a las 9.00 am, había denunciado su desaparición y la de su propio vehículo, según informó ABC News.

Unos agentes identificaron al menor en la localidad de Westlake y le dieron el alto, una seña a la que hizo caso omiso iniciando así una persecución que se alargó mucho, muchísimo más de lo esperado. El niño demostró mucha más pericia al pericia al volante de la que los policías podían imaginar obligándoles ha desplegar barreras con clavos para disminuir una velocidad que en ocasiones sobrepasó los 160 km/h.

El chico, consciente de la jugada, no dudó en emplear la cuneta para continuar con su demencial huída. Así lo hizo hasta que los agentes lograron envestir su vehículo con una certera maniobra para cruzarlo primero y detenerlo por completo después.

Arrestado, el menor fue transportado inicialmente a un hospital, donde se evaluó su condición física y sobre todo, psicológica. Parece ser que el detenido contaba ya con un antecedente por un hecho similar, cuando el 16 de octubre sustrajo el coche de su madre porque –según sus palabras– “se aburría”. Está claro que sus juegos son bastante más peligrosos que los del resto de niños de su edad y aunque nadie resultó huido, la fiscalía decidió su internamiento en un centro de menores dada la gravedad de los hechos y también la reincidencia.