Reino Unido acaba de anunciar la prohibición de los vehículos Diesel y gasolina en su territorio, sólo unos días despeñes de que París hiciera lo propio poniéndole fecha así, al fin de los coches movidos con combustibles fósiles.

El ejecutivo que preside Theresa May se alinea de esta forma con los países europeos que luchan contra el cambio climático y se desmarca de las teorías de Donald Trump, garantizando un Canal de la Mancha libre de emisiones en el futuro. Según los datos que maneja el gobierno británico, la contaminación atmosférica está detrás de más de 40.000 muertes prematuras anuales, algo con lo que quiere acabar con medidas de este tipo.

La apuesta como no podía ser de otra forma es el automóvil eléctrico y por ello, el plan de Londres contempla una inversión de 100 millones de libras para crear una infraestructura de puntos de carga en todo el estado así como una partida de 290 millones para la industria nacional automovilística que obviamente, tendrá que afrontar una profunda reconversión sobre todo si tenemos en cuenta que actualmente los vehículos diésel y gasolina representan el 95,2% de las ventas en la primera mitad del año, mientras que los eléctricos un 1,2 y los híbridos el 3,5.

Recordemos que el pasado 7 de julio el ministro francés Nicolas Hulot fijó también en el año 2040 la desaparición de este tipo de vehículos en su mercado, una medida que –se espera– anuncien próximamente otros países de la Unión Europea como Alemania, Holanda o Noruega, esta última la más avanzada de todas en la reconversión eléctrica. Ni que decir tiene que España también está analizando la situación y se espera que actúe en sintonía con estos países de su entorno.