Bienvenidos a una de las carreras más estimulantes del año para los frikis de la tecnología. ¿Qué es más rápido a día de hoy un drone de carreras o un Fórmula E, los monoplazas eléctricos más rápidos del momento?

Todo estaba listo para salir de dudas en circuito urbano de Brooklyn, donde se celebraba el ePrix de Nueva York este fin de semana. De un lado, el espectacular GFD1 de la Titan Grand Prix, uno de los drones más rápidos del momento, del otro el Fórmula E que la organización tiene como vehículo de exhibición.

La capacidad de aceleración, giro y frenada de ambos vehículos eran aspectos claves para discernir cual de estas dos máquinas es más efectiva a día de hoy, bien sobre ruedas o bien desde el aire. Los aficionados a los drones no le daban ninguna esperanza al FE y durante la salida se las prometían muy felices tras comprobar cómo la pequeña aeronave dejaba atrás al monoplaza con una facilidad pasmosa.

Pero poco a poco, la diferencia entre ambos se fue reduciendo, el piloto del drone apuró al máximo para cruzar la meta delante y lo consiguio... ¡justo antes de precipitarse al suelo! Técnicamente, podemos decir que ganó la carrera aunque sin duda, el Fórmula E fue el que salió mejor parado de los dos. Con todo y eso, los dueños de la Tiran Grand Prix se mostraron satisfechos con el espectáculo ofrecido por su drone. “El NYC ePrix ha sido el escenario perfecto para presentar nuestra tecnología al mundo. Tenemos un gran respeto por la organización de la Fórmula E y aunque es una pena que el GFD1 haya acabado hecho pedazos, estamos satisfechos por su participación en este evento”, aseguraron.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.