Seguro que recuerdas al Seat Arosa, ese pequeño utilitario que se comercializó en nuestro país a finales de los años 90 y principios de los 2000 que era básicamente el hermano español del Volkswagen Lupo, modelo con el que compartía la mayoría de sus componentes mecánicos al igual que lo hacen ahora los Seat Mii y Volkswagen up!

Bien, en aquella época Volkswagen llegó a lanzar un Lupo GTI que todavía hoy es venerado por muchos entusiastas pero el Arosa no tuvo ese privilegio. Ni mucho menos. Su variante más potente era un 1.4 de 100 caballos que tuvo una escasa penetración en el mercado y la mayoría de variantes que se vendieron equipaban un discreto motor 1.0 de gasolina con 45 caballos, el mismo que incorporaba esta unidad de origen que ahora está empezando a hacerse viral en Youtube tras medirse en circuito con algunos de los supercars más reputados del momento con total facilidad.

Su propietario se tomó la justicia por su mano, reemplazó el pequeño bloque de 1.0 litros por el 1.8 Turbo de un Ibiza Cupra que debidamente reajustado por los especialistas de Turbotechnik, –aseguran– alcanza los 350 caballos. Con semejante potencial bajo su capó, una suspensión igualmente modificada, unos neumáticos semi-slicks y unos frenos importados de un Audi S2, el pequeño Arosa se ha transformado en un auténtico lobo con piel de cordero, tal y como prueba el vídeo que viene a continuación.

Como nota curiosa, apuntaremos que el diseñador del Seat Arosa fue Jozef Kabaň, el mismo que se encargó de dar forma al Bugatti Veyron. Quién le iba a decir que algún día el rendimiento el utilitario español estaría tan cerca de su intocable hypercar.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.