Para empezar, su precio básico de 14.595 euros lo sitúan en una franja bastante competitiva entre los de su segmento. La introducción de nuevos equipos, como el ESP y el airbag de rodilla, de serie desde el primer nivel de acabado, hacen aún más favorable la relación precio/equipamiento.
Completamente nuevo respecto a la generación anterior del Swift, el actual no rompe sin embargo con la estética de su antecesor, siguiendo su peculiar estilo juvenil. Aunque ligeramente más grande, sus dimensiones siguen siendo muy contenidas, con una longitud de 3,85 metros. Esto, y una construcción especialmente ligera, han permitido un peso total bastante liviano.
El resultado conseguido es doble. Por un lado el Swift conserva una agilidad digna de su nombre con un tacto de dirección muy bueno y un comportamiento dinámico que le permite zigzaguear como una anguila entre el tráfico urbano. Por el otro, esta ligereza le permite sacar mayor provecho de los 75 caballos disponibles con este motor 1.3 DDiS. Pocos coches de esta potencia consiguen
una aceleración y unas recuperaciones tan buenas como el Suzuki. Y todo ello manteniendo un consumo medio homologado de 4,2 litros a los cien, que pueden bajar hasta 3,6 en desplazamientos interurbanos. La caja de cambios, de cinco velocidades, ayuda por su rapidez y precisión a mantener el pequeño motor en su régimen óptimo y a aprovechar al máximo un depósito de combustible que nos puede durar hasta mil kilómetros de autonomía.
Los interiores del Swift han sido también completamente renovados en esta edición y su diseño resulta atractivo a la vista, aunque algunos plásticos son demasiado básicos a la vista y al tacto. Las plazas delanteras ofrecen un espacio suficiente para este tamaño de automóvil, pero las traseras son algo escasas en cotas como para ofrecer la suficiente comodidad a dos y no digamos a tres adultos en su banqueta. Detrás, un maletero de unos escasos 211 litros limita bastante la capacidad de llevar equipaje o las bolsas de una compra semanal.
