Aunque estéticamente el Ford Focus no es un coche llamativo, resulta más bien discreto, permite que los pasajeros se encuentren ante un interior moderno, impecablemente acabado y con una terminación realmente atractiva. El entorno es ergonómico para todos los ocupantes y cuenta con multitud de espacios para almacenar objetos. Los asientos delanteros son cómodos incluso para largos viajes y la postura de conducción excelente.

Al volante se dispone de buena visibilidad lateral y frontal, pero la trasera es limitada, algo generalizado en toda la categoría. Los sensores de aparcamiento ayudan no obstante a resolver este asunto. Además, en el salpicadero hay mucha información gracias a la pantalla multifuncional integrada entre los relojes del velocímetro y el tacómetro que es muy completa y fácil de usar, diría que la mejor del mercado para mi gusto.

El espacio interior no es de los mejores de la categoría pero tampoco pequeño. Las plazas delanteras son perfectas para su tamaño y las traseras un poco justas en longitud sólo para ocupantes de talla grande. En anchura está bien, en la media, aunque lejos de los más dotados, suficiente para tres ocupantes ocasionales y correcto para dos. Tampoco destaca en la capacidad del maletero, que cubica 363 litros, cifra que superan casi todos sus rivales.

Comportamiento

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La estabilidad y el comportamiento en carretera del Focus es una de sus señas de identidad desde la primera generación. En esta tercera edición no es menos, aunque ha ganado aplomo en todos los sentidos a costa de una pequeña pérdida de agilidad. No obstante sigue siendo uno de los compactos más ágiles y en autopista su comportamiento es propio de un coche de mayor tamaño. En ello tiene que ver sin duda que ha crecido mucho y la distancia entre ejes es similar a la de una berlina media, algo que se enmarca en la tendencia general.

En curva es muy neutro y preciso de dirección. La zaga entra por donde se le indica sin rechistar ni volverse perezosa y el eje delantero se beneficia del control de tracción con programa de efecto autoblocante, que a base de frenar las ruedas individualmente deja el coche en su sitio con seguridad y buenas sensaciones.

Hablando de comportamiento la suspensión está muy bien calibrada. No es blanda, tampoco dura, y sin embargo cumple bien bajo cualquier exigencia haciendo gala de un equilibrio impecable para satisfacer tanto el lado deportivo como el relajado de cualquier conductor. Por su parte la dirección con asistencia eléctrica funciona sin titubeos ni temblores, y ofrece un tacto preciso y cómodo. Nuestra unidad estaba dotada de la alerta de cambio involuntario de carril -una de las numerosas opciones disponibles- y que reacciona generando una vibración en el volante cuando una cámara instalada en el coche detecta que se pisa una raya, llegando incluso a girar el volante unos grados para rectificar la trayectoria. Particularmente no me gusta el sistema. Me parece molesto en muchas ocasiones aunque reconozco su utilidad, por supuesto, y por fortuna se puede desconectar. Los frenos actúan con eficacia. Si bien carecen de la potencia de los equipados por las versiones superiores de la gama Focus, gozan de una buena capacidad de deceleración y un tacto preciso.

Motor y cambio
El motor 1.6 litros ofrece muy buena respuesta a medio régimen pero es algo perezoso tanto en la zona baja como a altos regímenes y no es especialmente silencioso. Es en definitiva lo que cabe esperar del motor que emplea también PSA en los rivales del Focus (Citroën C4 y Peugeot 308). Buen rodador, eficaz llaneando, pero menos brillante que otros motores como los del Grupo Fiat o Volkswagen en carreteras secundarias o tráfico urbano. De hecho, la falta de consistencia a bajo régimen no le permite destacar por buenos consumos, a pesar de equipar un buen sistema Stop/Start, y se ve superado ligeramente en materia de economía por otros rivales.

Por su parte el cambio de marchas de seis velocidades tiene unas relaciones largas, que tratan de lograr el mejor consumo posible aprovechando el par del motor para no penalizar en prestaciones. El selector trasmite un tacto suave a la palanca, y aunque no destaca por precisión sí es realmente cómodo.

Equipamiento y opciones
Además del excelente comportamiento y los impecables acabados del interior, el Focus destaca por la cantidad de equipamientos de última tecnología disponibles en la lista de opciones. La unidad probada, con acabado Titanium, los llevaba todos pero incorporarlos al realizar la compra supone un precio extra muy alto. No obstante el equipamiento de serie de una unidad tope de gama como esta trae casi todo lo que se puede desear. Además de todos los elementos habituales en materia de seguridad (ESP, completa dotación de airbags, etcétera) ofrece volante de cuero multifunción, luces diurnas tipo LED, conexión Bluetooth para el teléfono (también lee música, y funciona muy bien) y entrada auxiliar para reproductores de música con USB. Además cuenta con climatizador bizona, espejo interior antideslumbramiento, encendido automático de limpiaparabrisas y faros, antiniebla y control de crucero. Lo verdaderamente extraordinario sería que de serie contase con todos esos avances, pero también es cierto que si por mí fuera -y hablo a título particular, pero cada uno tendrá sus preferencias- no considero necesarios, ni mucho menos, todos los accesorios. Sin embargo, al agruparse en “paquetes” sucede que aunque no desees pagar por algo no te queda más remedio que llevártelo puesto para acceder a otro equipamiento que sí te interesa.

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Sin entrar en pormenorizar la lista de paquetes opcionales (la tienes en nuestra ficha técnica del coche), destaca el avanzado asistente de luces, que controla las largas para evitar deslumbrar a otros conductores y lo hace sin intervención del conductor, que deja las luces en automático y cuando oscurece se encienden solas pasando de cortas a largas automáticamente. También se ofrece un sistema que lee las señales de tráfico e informa en el display de la instrumentación de los límites específicos de velocidad. También destaca el asistente de aparcamiento, que funciona realmente bien, ocupándose de girar el volante e indicar al conductor en la pantalla del salpicadero el sentido de la marcha que debe llevar.

Coche para todo y muy recomendable
A la hora de dar un veredicto final al Ford Focus 1.6 TDCi Titanium tenemos que valorar qué es realmente lo que cuenta en un coche de estas características. Es un coche agradable, que se maneja realmente bien y resulta fácil y cómodo de conducir. Además ofrece un equipamiento de serie amplio (no digamos ya si se recurre a las opciones) en el que no se escatiman elementos útiles y de última tecnología.

Además el comportamiento es ejemplar, de lo mejor y en definitiva transmite la sensación de estar muy bien hecho por los cuatro costados. Sus inconvenientes son pocos y no muy significativos: el espacio de las plazas traseras podría ser mayor, lo mismo que el maletero, el consumo es ligeramente superior que en otros coches equivalentes y para de contar. Todos los fabricantes ponen un cuidado especial en que sus berlinas compactas sean como poco tan buenas como las de la competencia, pero entre todas creo que ninguna consigue un equilibrio general tan bueno como el Focus.

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