Después de 14 años en la industria del automóvil, Pagani Automobili ha construido un total de 132 coches, algo así como la producción de Ferrari en dos semanas. La mayoría son del Zonda original y sólo 10 del nuevo modelo Huayra que tienen como destino Estados Unidos.

A juzgar por los interrogatorios que recibimos, mientras estábamos atascados detrás de un accidente en cadena a apenas diez minutos de la sede de Pagani, esto no era suficiente como para que los lugareños grabaran la marca en su consciencia, ya que están acostumbrados a ver Ferraris, Lamborghinis, Maseratis o Ducatis de pruebas hechas pedazos en sus calles.

A los clientes de Horacio Pagani no parece importarles la “oscuridad” de la marca. Si pueden despegarse fácilmente de casi un millón de euros para el nuevo Huayra –arranca en 849.000 euros-, es muy probable que también sean dueños de un montón de cosas de las que un camionero italiano jamás haya oído nunca hablar.

Sin duda, Modena es una ciudad difícil en la que sumergirse. Pero el Huayra –pronunciado guaira- lo tiene todo para hacerlo. No es sólo porque es maravilloso cada vez que se arrastra por los badenes italianos. O porque está adornado con detalles fascinantes como sus esculturales retrovisores o sus cuatro escapes de titanio traseros semejantes a cerbatanas. O porque la fibra de carbono de su carrocería parece tener una profundidad como para sumergirse 10 metros dentro de ella.

Y tampoco es por el movimiento seductor de las partes móviles de su carrocería que constantemente suben y bajan como si fueran los flaps de un caza F-16 con el fin de reducir el balanceo o acortar la distancia de frenado. O por sus 720 caballos, su 6.0 V12 biturbo construido de forma artesanal por AMG. O incluso por el interior con esculturas de estilo Bauhaus en aluminio que hacen sentir al conductor como a Lucky Starr persiguiendo a los Piratas de los Asteroides.

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Lo que realmente hace que el Huayra sorprendente es que todo el estilo altamente trabajado –en ocasiones, cuestionable por su eficacia- se junta para hacer un estupendo coche de calle. El nivel de agarre lateral y el tacto de la dirección le da a este glamurosa obra de arte músculo suficiente para mezclarse entre Ferraris y Lamborghinis. Piense en un prototipo de Le Mans con matrícula y moqueta.

Te sentirás cómodo en el Huayra. Incluso aunque las agujas con sus números finamente grabados no sean fáciles de leer de día, irás rápido enseguida, probando los altos límites de la neutralidad implacable del chasis a través de las terroríficas explosiones y ruidos del super potenciado AMG V12.

Lo que le falta al Huayra es un salvaje sonido mecánico que ha sido durante mucho tiempo el grito de guerra de Italia u que está disponible desde el Lamborghini Aventador con su V12 atmosférico de 8000 revoluciones. Claro que un túnel puedes asustar a cualquiera de los montañeros de la zona por sonar como su dios del viento, Huayra. Pero para los ocupantes, con las tomas de admisión del coche haciendo ruidos obscenos a unos centímetros del habitáculo es como ser dos mocos en la nariz de un guepardo que corre a toda velocidad.

Se necesita una empresa 53 trabajadores y aproximadamente tres meses para montar un Huayra en una fábrica no más grande que un concesionario

Aún así, con pequeña pizca de ingeniería formal, y, por su propia cuenta, siendo pésimo en los ordenadores, Horacio Pagani se las arregla para producir coches que son totalmente creíbles, incluso a un precio estratosférico.Él es ante todo un esteta, un dibujante de coches que como un niño en Argentina que continúa básicamente garabateando.

Leonardo da Vinci es su estrella polar, y detrás del escritorio de Pagani se apilan los volúmenes de fusión maestra entre arte renacentista e ingeniería. Pagani, de 57 años, llegó a Italia en 1982 con cartas de presentación del gran campeón de GP, Juan Manuel Fangio, hizo su fortuna en fibra de carbono, llevando primero la tienda de composites de Lamborghini y a continuación, como un contratista independiente para las industrias militar y aeroespacial. Su jactancia tecnología ha sido la reducción de la relación de resina a fibra de carbono en piezas acabadas en un 30 por ciento, con lo que los componentes eran más ligeros sin comprometer la resistencia.

Horacio Pagani se las arregla para producir coches que son totalmente creíbles, incluso a un precio estratosférico

Por lo tanto, uno esperaría que el Huayra fuese un Opus Magnum en el departamento de este material, y lo es. Hay 15 tipos diferentes de fibra de carbono a bordo, incluyendo uno que cuestan 500 euros el metro cuadrado, con fibras de metal plateado para una mayor resistencia. Cinco hojas, cada una sólo 1 mm de espesor, están moldeados juntas para formar las paredes de la bañera central del chasis.

A Pagani también le gusta hablar largo y tendido sobre la aerodinámica del coche, dice que ha sido reducido a un resbaladizo coeficiente de resistencia aerodinámica de 0,31 (flaps abajo) medida en el túnel de viento de Mercedes. Los alerones móviles en cada esquina se activan a 85 km/h, con independencia ascendente según la entrada de velocidad, g lateral y la dirección a fin de contener ascensor, aumentar la carga aerodinámica en el interior de las esquinas, y contrarrestar la inclinación de la carrocería. En la frenada, se levantan al máximo para actuar como frenos de aire.

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Desde el asiento del conductor puedes ver los flaps cuando están en extensión completa. Es imposible saber sin tirar un indicador si son ellos o el sistema automático neumático de suspensión delantera, lo que eleva el morro ligeramente a la velocidad de variar el ángulo del ataque, para reducir el balanceo, la distancia de frenado y llograr una estabilidad monolítica al alcanzar los 370 km/h de velocidad máxima. El Pagani gira alrededor de su eje horizontal tanto como una rueda cuadrada, por lo que quizás el sistema funcione.

De lo contrario los 1450 kilos del Huayra no dan un gran salto a nivel tecnológico. Los subchasis delantero y trasero son de acero cromado atornillado para facilitar la reparación en caso de choques y los frenos cerámicos de 15 pulgadas son fabricados por Brembo. Emplea un esquema de suspensiones similar a los del Aventador, en este caso suministrados porÖhlins. Los amortiguadores magnéticos utilizados por Ferrari -pero no Pagani- añadirían un toque de modernidad y cierta flexibilidad a baja velocidad para el viaje de otra manera decente de Huayra.

La transmisión secuencial de 7 velocidades se ha situado transversalmente detrás del diferencial para permitir que el motor se puede montar más cerca de las ruedas traseras, es de la vieja escuela y cuenta con un sólo embrague ahorra unos 90 kilos respecto a una de doble embrague según Pagani. Pero lo hace a costa de subidas de marcha más lentas y retrasando la entrega de par a baja velocidad. Pisa a fondo y tendrás una reducción tan delicada como una nevera cayendo al suelo. La compañía dice que está trabajando en el software.

La verdadera razón para comprar Pagani Huayra es que es el producto de un perfeccionista maniático obsesionado que ejerce su oficio en aluminio y fibra de carbono al igual que otros artistas trabajan en acuarela o bronce.

En cualquier lugar donde veas carrocería sin pintar podrás apreciar que los patrones de la fibra de carbono casan perfectamente. La carcasa de metal de la pantalla de navegación y controles de clima está fabricada a partir de un bloque de 6,8 kilos de aluminio y equipado con delicados botones hechos para parecerse a las teclas de un clarinete -Pagani es un ávido músico autodidacta-. La llave de contacto es de 10 centímetros de largo realizada mediante fresado en aluminio le cuesta a la compañía casi 3.000 euros.

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Por si alguna vez tienes pensado restaurar uno, debes tener en cuenta que las docenas de tornillos de titanio de grado 7 utilizados en la suspensión trasera –cuestan cada uno 80 euros- son parte de los más de 29.000 euros en piezas de titanio hechas a medida para el coche. Todas ellas han sido grabadas con el logo de Pagani mediante láser.

El director de investigación y desarrollo de la marca, Andrea Galletti, me mostró las pruebas de aceleración de un coche de pruebas: 3,3 segundos hasta 100km/h y una aceleración lateral en una curva de radio constante de 1,5 G. Por supuesto, no es un número válido rendimiento hasta que sea registrado por nuestro equipo, pero a partir de los datos, está claro que se necesita más trabajo en el Launch Control y el cambio de primera a segunda.

Galletti estima que el coche es capaz lograrlo en 3 segundos. Y mejor que así sea, si tenemos en cuenta que el Aventador hace eso, pesando 450 kilos más y costando menos de la mitad. El Huayra debe hacerlo con un arrancando a 3500 rpm, dice Galletti, posiblemente en la segunda marcha para aprovechar los brutales 1.000 Nm de par y evitar el cambio de 1º-2º a los 93 km/h

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Durante nuestra visita, los Pagani número 133, 134, y 135 se encontraban en la sala de montaje final-, exactamente donde habían estado durante un par de meses. Se necesita una empresa 53 trabajadores y aproximadamente tres meses para montar un Huayra en una fábrica no más grande que un concesionario. Pagani próximo año se trasladará la producción a un edificio más grande y doblará su producción a 40 autos por año. Cuidado, Toyota.

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